CANNES MON AMOUR (III) Cannes: Historias de amor (III). Por Aurélien Le Genissel

No todo son dramas, relaciones pasionales y autodestructivas, turismo sexual, identidades sexuales inciertas y demás cuando hablamos de amor. También hay sitio para la poesía, el cariño y el humor. Así lo demuestran las dos últimas entregas de nuestro paseo por la ciudad del amor francesa. No, esta vez no es París (a partir del lunes ya volverá a serlo) sino Cannes y su festival.

Like Someone in Love: La última película del realizador iraní Abbas Kiarostami empieza en una especie de bar en el que descubrimos a una chica discutiendo por teléfono con su novio. Pronto descubrimos que está intentando convencerle de que no le engaña mientras su proxeneta espera para enviarla a ver a un cliente. Y es que Akiko (que así se llama) es una call girl de lujo que intenta pagarse sus estudios de sociología. Esa noche conocerá a un extraño cliente, un viejo universitario, que provocará una pequeña revolución en su vida. Una historia (el novio celoso, el cliente protector y simpático…) que huele a Pretty Woman + Samaritan Girl (de Kim Ki Duk) y suena a conocido. Y es cierto que el guión es tan sencillo como eficaz.

CANNES MON AMOUR (III)

Pero toda la indudable belleza de la película reside en la manera en la que Kiarostami consigue contar, con sutileza y pudor, los clásicos problemas amorosos. Una magnífica puesta en escena en la que lo realmente importante acontece fuera de campo, en la imaginación del espectador, en esos silencios tan significativos o en los efímeros reflejos con los que juega el realizador. Con su fascinante dominio de la cámara, Kiarostami deja entrever todo el dramatismo de las situaciones y las decisiones a través de unas imágenes aéreas y ligeras que embriagan al espectador. No es fácil hablar profundamente de amor de una manera tan falsamente distanciada.

CANNES MON AMOUR (III)

Ya sea en sus clásicas escenas de coche, en las que deja la cámara ahí como un testigo invisible, o en el baile de seducción que plasma la primera noche del encuentro (con un genial striptease fuera de campo y un travelling en el que seguimos al cliente cuando lo importante está escondido en la habitación), el realizador consigue sublimar perfectamente la banalidad de la vida cotidiana. Como Woody Allen, Kiarostami parece haber decidido salir de su país para intentar renovar su cine (Copie Conforme se desarrollaba en Italia y Like Someone in Love en Tokyo). Pero a diferencia del cine tristemente turístico del realizador de Manhattan (Barcelona en Vicky Cristina Barcelona, Paris en Midnight en Paris y pronto Roma que apunta al mismo cine de ministerio del turismo), los nuevos horizontes le sientan muy bien al cineasta iraní. Una película tan poética y dulce como su impresionante título (uno de los mejores del festival a mi gusto). Nanni Moretti, presidente este año, ya formó parte del Jurado en 1997 cuando el certamen francés le otorgó la Palme d’Or a El sabor de las cerezas. ¿Quién sabe si este año puede caerle de nuevo algo? En todo caso se lo merece.