Laurence Anyways
CANNES: HISTORIAS DE AMOR (I). Por Aurélien Le Genissel
No vamos a descubrir ahora la importancia de las historias de amor en el cine. Se puede hacer una película con una pistola y una chica, decía Godard. Cannes 2012 ha confirmado plenamente esta máxima. No es que haya habido más historias de amor que de costumbre, de esas empalagosas y pastelonas, sino que curiosamente algunas de las propuestas más interesantes de esta edición han sido originales y radicales variaciones sobre este tema tan clásico. Aquí va un pequeño resumen.
Laurence Anyways: Xavier Dolan es joven, muy joven (23 años). Lleva dos películas. Y las dos han sido presentadas en Cannes (J’ai tué ma mère y Les amours imaginaires) con gran éxito crítico. No hacía falta mucho más para que ya se oyeran los primeros murmullos histéricos que hablaban del nuevo Rimbaud y esas cosas. Por eso, al entrar a ver Laurence Anyways, su última película, la verdad es que, de alguna forma, tenía ganas de que no me gustara. Desgraciadamente (o no), el film es apasionante. Dolan es un cineasta con un potencial enorme. Aun le sobran algunos travellings en cámara lenta con música off algo pretenciosos y algunas pesadas referencias culturales (Sartre, James Dean, Audrey Hepburn…) pero se le perdona. Como hemos dicho, aun es joven y quizás necesite estas pequeñas ayudas para poder despegar del todo. Y cuando lo haga (va muy bien encaminado) su estilo nítido y elíptico, su manera de plasmar materialmente la interioridad de sus personajes y su gran manejo del relato harán de él un gran cineasta. Mientras, vale la pena disfrutar de esta sorprendente historia de amor entre una mujer y su marido, que un día decide transformarse también en mujer. Suena sencillo y previsible. No lo es y hay un par de escenas que justifican de sobras la película. Si llega a España, no os la perdáis. Sino, buscaros una manera de verla.
De rouille et d’os: Audiard es lo que podríamos llamar un “cineasta de hombres”, roles masculinos que protagonizan la mayoría de sus (grandes) películas. Mejor aun, sus propuestas se nutren de personajes con lo que podríamos llamar características marcada y típicamente “masculinas” (violencia, delincuencia, insensibilidad, incomunicación…). De rouille et d’os, la película que el cineasta presenta en Cannes, también lo es…y no. Lo es por el personaje de Ali, interpretado por un excelente Matthias Schoenaerts (descubierto hace un año en la tan alabada Bullhead), un boxeador retirado que (sobre)vive a base de empleos precarios para intentar educar, sin mucho éxito, a su hijo. Pero no lo es porque, pese a la apariencia de típico tipo duro, frio e insensible que tanto le gusta a Audiard, Ali no es como sus anteriores personajes. Si quisiéramos exagerar un poco, es casi lo contrario. Es alguien protector, profundamente bueno y capaz sobretodo de una inmensa “delicadeza”, como le dice Stéphanie, el personaje interpretado por Marion Cotillard. Y es que Ali la ayuda, se ocupa de ella y la trata con cariño (o todo del que es capaz) cuando ésta pierde sus piernas en un accidente laboral en el acuario donde trabaja. Y la irrupción de este personaje femenino es otra de las grandes novedades de la película de Audiard.
De Rouille et d’os
Hasta la fecha habían habido pocas, muy pocas mujeres en sus obras. Y ha decidido lanzarse al vacío. Y lo hace con toda la imperfección, la brusquedad y la falta de sutileza que siempre demuestran todos sus personajes cuando se acercan a una mujer. Pero, pese a ello, tras los errores y las aproximaciones, el espectador vislumbra sin duda esa consideración y admiración que los hacen enternecedores. No faltan las peleas, las discotecas, los tipos duros, las escenas traumáticas características del cine del realizador francés en De Rouille et d’Os. Pero también hay un novedoso fondo de sensibilidad y cierto humanismo que resultan tan sorprendentes como interesantes. Una historia de amor entre un marginado y una discapacitada que en realidad poco tiene que ver con lo que os podéis imaginar al oír esta descripción.
