Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

La interacción, la participación, lo relacional son cruciales en el artista Felix Gonzalez-Torres. Su retrospectiva “Política de la relación”, que se puede visitar hasta el 12 de septiembre en el MACBA, pone de manifiesto la actualidad de su obra, eco de conflictos sociales y políticos: libertad, poder, identidad, decolonización y también una pandemia, en este caso la del SIDA.

Felix Gonzalez-Torres (Guaimaro, Cuba, 1957- Miami, 1996), homosexual y adalid de la diferencia, se erigió como abanderado contra cualquier discriminación. La denuncia de la homofobia, el antifascismo, al autoritarismo y la crítica al colonialismo (de ahí que se quitara los acentos de su nombre) están muy presentes en sus trabajos. A esto contribuyó que con 13 años, en 1971, sus padres le enviaran junto a su hermana a un Madrid aún franquista.

Imagen de portada: Untitled (Water). Foto: Miquel Coll

Luego se traslada a Puerto Rico, a mediados de los 1970s, donde vive con sus tíos y comienza sus estudios de arte. En 1979 se instala en Nueva York con una beca para estudiar en el BFA Pratt Institute de Brooklyn. En Estados Unidos permanecerá hasta su muerte en 1996. Siguiendo el patrón de artistas homosexuales y contestatarios de los 1990s, muere joven y víctima del SIDA, con tan solo 39 años, hace justo un cuarto de siglo. La muestra de Felix Gonzalez-Torres en el MACBA, pone de manifiesto que el artista fue pionero a la hora de concebir lo cultural, lo sexual y lo nacional como áreas en conflicto.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Para un hombre en uniforme), 1991. Foto: Miquel Coll

“Felix Gonzalez-Torres. Política de la relación”

La exhibición que lleva por nombre Félix-González Torres. Política de la relación esta pensada como una retrospectiva, pero el recorrido no alude a un orden cronológico, ni tampoco temático, a la usanza, sino que se trata más de conexiones contemporáneas. La expo de Felix Gonzalez-Torres en el MACBA está agrupada en cuatro ámbitos o salas, y dos intervenciones, una en el pasillo y otra en la fachada. Las salas se centran en las problemáticas tratadas por el artista, poniendo el acento en su relación con España, con el continente americano y con el Caribe.

La sala 1 se centra en ideas de autoridad, juicio, memoria y amnesia. La sala 2 en el emparejamiento, el tacto, el desdoblamiento, la semejanza y el equilibrio. La sala 3 trata cuestiones relacionadas con el viaje, la emigración, el exilio, el turismo y la huida/libertad. Y la sala 4 desmenuza las ideas de machismo y deseo homoerótico, el militarismo, el patriotismo y el papel de los monumentos en el sentimiento nacionalista de los pueblos. Tan actuales en estos días con la retirada de monumentos y símbolos esclavistas y colonialistas de varias ciudades alrededor del mundo, fruto del movimiento #blacklivesmatter. Como decimos arriba, González-Torres es todo un visionario, adelantado a su tiempo y precursor de los conflictos de nuestro tiempo.

Lo personal es político

Para González-Torres lo personal es político. En sus obras explora, de forma sutil, el diálogo entre lo privado e invisible y lo público. Su obra está llena de capas, que van de lo superficial a lo profundo. Hizo arte de casi nada. Sobre todo, usando las palabras del artista, se trata de dejar una marca de que él existió, de que estuvo aquí. “Estaba hambriento. Derrotado. Feliz. Triste. Enamorado. Tenía miedo. Tenía esperanzas. Tenía una idea y tenía un buen propósito y por eso hago obras de arte”.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Retrato Ross Laycock con perro). Foto cortesía © Felix Gonzalez-Torres Foundation

Emparejamientos

Otro de los grandes temas de Gonzalez-Torres es el emparejamiento, el amor y la belleza. Imágenes de parejas idénticas de espejos, relojes o dos alianzas de boda: dos aros que se tocan formando el símbolo del infinito. Estas mínimas expresiones le permitían hablar sin imágenes explícitas de la homosexualidad y de temas tabú de su tiempo. Saltándose así la censura y esquivando el conservadurismo republicano de Reagan y Bush, que gobernaba los Estados Unidos en los años 1980s y 1990s.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Double Portrait), 1991. Foto cortesía de © Felix Gonzalez-Torres Foundation

“Dos relojes iguales, uno al lado del otro, son mucho más amenazantes para los poderes fácticos que una imagen de dos hombres practicando sexo oral”, escribió Felix Gonzalez-Torres a propósito de Untitled (Perfect Lovers), obra con la que el artista de origen cubano recurre a la idea de los objetos duplicados como expresión de afinidad homosexual y de unión.  Dos relojes de cocina. Dos latidos de corazón perfectamente sincronizados, enamorados, pero condenados a perder su alineación si uno de ellos se retrasa o incluso se para. La metáfora es delicada pero poderosa y subversiva.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Perfect Lovers), 1987-1990. Foto: Miquel Coll

Activismo sutil

Según la comisaría, el de Felix es un “activismo sutil” que enlaza también con la era Trump que acabamos de dejar, como advertencia del auge de la ultraderecha y del populismo. Con este tema tan candente, la pieza Untitled (It’s just a matter of time/Solo es cuestión de tiempo/És només qüestió de temps) da la bienvenida a la muestra. Se trata de la frase escrita catalán en un gran fondo negro en letra gótica —tipografía ligada al nazismo— pero que interpela de forma diferente a quien la lee.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (It’s just a matter of time/És només qüestió de temps), 1992. Foto: Miquel Coll

Interacción, colectivismo y comunidad

En 1987, Felix se incorporó a Group Material, un colectivo de artistas que trabajaban de manera conjunta, adhiriéndose a los principios del activismo cultural y la educación comunitaria. Son años en que habla en voz alta del SIDA, tema que recorre su vida, y por lo tanto —partiendo de la premisa del padre del arte conceptual, Joseph Beuys, “la vida es arte”— de manera transversal toda su obra.

La interacción, incitar al público a reinterpretar sus obras era clave para el cubano. El visitante del MACBA puede atravesar —tocándolas—cortinajes; acercarse y coger un caramelo, o llevarse láminas, que agrupadas en pilas como si de pedestales sin esculturas se tratasen, componen varias de sus instalaciones.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Blue Placebo), 1991. Foto: Miquel Coll

En tiempos de pandemia, esta participación se ha logrado mantener adaptándola a los protocolos sanitarios del coronavirus, un contagio que conecta con el VIH, el virus del SIDA, y que el artista trasladó a muchas de sus obras cuando también su pareja, Ross Laycock, se infectó del virus y murió cinco años antes que él.

González-Torres decía: “Necesito al espectador, necesito la interacción. Sin el público estas obras no son nada. Pido a la gente que me ayude, que asuma la responsabilidad, que se lleve parte de mi trabajo”.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (We Don´t Remember), 1991. Foto: Miquel Coll

Caramelos: retrovirales contra el SIDA versus vacunas contra el coronavirus

A Felix Gonzalez-Torres se le conoce como el artista de las montañas de caramelos, visión que la muestra trata de romper con una lectura transversal y expandida de su obra. De cualquier forma, los caramelos están ligados a obras como Untitled (Blue Placebo), de 1991, una alfombra de caramelos envueltos de azul, que se van reponiendo a medida que el público se los lleva.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Blue Placebo), 1991. Atrás, Untitled (Last Light), 1993. Foto: Miquel Coll

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Blue Placebo), 1991. Atrás, Untitled (Last Light), 1993. Foto: Chico Amaral

Con Blue Placebo denunciaba el difícil acceso a los retrovirales contra el SIDA por la política conservadora contra la homosexualidad de los ochentas y noventas en EEUU. Bien se podría asemejar a las políticas de distribución de las vacunas contra la COVID-19 por parte de las multinacionales farmacéuticas y su codicia sin fin.

También de caramelos está hecha Untitled (Portrait of Ross in L.A.), formada por una montaña de caramelos apilados en una esquina que pesan 79,3 kilos, los mismos que pesaba su compañero de vida, Ross. Los visitantes pueden cogerlos, por lo que —como su pareja, infectada con el VIH— el peso de la pieza va descendiendo. Para él, sin embargo, todo el que coge uno de estos caramelos se lleva una parte de Ross.

Además, una de las pocas obras suyas tituladas en castellano, Untitled (Para un hombre en uniforme), consta de 100 kilos de chupachups envueltos en los colores de la bandera estadounidense. Patriotismo, nacionalismo, militarismo, exaltación son parte de los sentimientos que generan los monumentos en la sociedad.

El azul, el agua y el mar

Untitled (Water), una extensa cortina de cuentas de vidrio plateadas y azul turquesa, que suenan como una cascada de agua y que remite al océano, al mar. La pieza también separa dos de los espacios expositivos. Para un cubano el mar y la playa evocaba la llegada a Florida de los balseros. Pero para nosotros, los europeos del sur, traslada a la migración en el Mediterráneo y a los refugiados. Remite a espacios expansivos para viajar con la mente, pensar en nuestra existencia y reflexionar sobre la mortalidad que provoca el mar en todas sus facciones.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Water). Foto: Miquel Coll

Go-go: ausencia y presencia

Tras atravesar la alfombra de caramelos y la cortina de perlas turquesas llegamos a una de las piezas más fotografiadas de la muestra, Untitled (Go-Go Dancing Platform). Un gogó vestido tan solo con zapatillas de deporte, calzón y mascarilla plateadas, se coloca sobre un pedestal iluminado. Durante unos minutos cada día, sin previo aviso, baila con música que solo él puede escuchar. Tras la actuación, la tarima queda vacía, mostrando su ausencia. Otra de sus dualidades: el concepto de ausencia y presencia. El visitante puede coincidir con él. ¡O no!

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Go-Go Dancing Platform), 1991. Foto: Miquel Coll

Untitled

“El acto de mirar un objeto, cualquier objeto, se configura con género, raza, clase socioeconómica y orientación sexual”, decía Gonzalez-Torres. Por eso le gustaba fomentar la multiplicidad de lecturas de sus piezas por encima de las hegemónicas, y titulaba sus obras invariablemente Untitled. Aunque a continuación encerraba entre paréntesis su significado íntimo.

Felix en otros espacios de la ciudad

Para mostrar la noción de espacio público y privado en la obra de Gonzalez-Torres, otro de sus dualismos; la muestra se expande fuera del museo, en la fachada y en distintos lugares de la ciudad: el Auditorio, el Pabellón Mies van der Rohe o la Rambla del Raval.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Instalación en el Pabellón Mies Van der Rohe. Foto: Miquel Coll

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Last Light), 1993. Instalación en la fachada exterior del MACBA. Foto: Miquel Coll

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (Last Light), 1993. Instalación en la Rambla del Raval. Foto: Miquel Coll

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Untitled (It’s just a matter of time/És només qüestió de temps), 1992. Instalación en la fachada del Auditorio. Foto: Miquel Coll

A los 25 años de su muerte, en pleno siglo XXI, tiempos que Felix González-Torres no alcanzó a vivir, su obra y sus ideas, iluminan, empoderan y visibilizan algunos de los conflictos esenciales del mundo actual.

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Instalación en el pasillo exterior del MACBA. Foto: Miquel Coll

Caramelos y gogó. Felix Gonzalez-Torres en el Macba

Instalación en el pasillo exterior del MACBA. Foto: Miquel Coll