¿QUÉ HACEMOS CON FRANCO?

El artista Eugenio Merino denunciado por su dictador en refrigerio

¿Qué se puede decir del Generalisísisisisimo que no se haya dicho ya? Pues que era de todo menos buena gente, para qué nos vamos a andar con paños calientes. Con el paso del tiempo y con la posición que permite a algunos emitir un ‘hormigas blancas’, el perfil de Franco es un perfil más que tóxico. Su figura, otrora digna e imperial, hoy se traduce con las peores palabras, las más descalificativas y con toda la razón de ser. Los dictadores así terminan. En la pasada edición de la feria ARCO, el artista Eugenio Merino incidía en la figura de aquel hombre bajito con tanto poder, en su obra ‘Always Franco’. ‘Una ofensa, que caricaturiza al anterior Jefe de Estado’, según la Fundación Nacional Francisco Franco, y por la que piden a Merino 18.000 euros por daños al honor (el honor de un dictador, sí). Leer cosas así aún produce escalofríos, y es que en una democracia por la que tanto se ha luchado es impensable que aún hoy, se trate de coartar nuestro derecho a decir y pensar lo que sentimos. ¿Qué nos queda? ¿Exiliarnos como aquella ‘intelectualidad  traidora’ que tanto persiguieron? El trabajo de Merino no es un ‘bodrio artístico’, es la particular visión del sentir propio de las personas consecuentes, prácticas y justas, que son capaces de colocar a cada personaje en su lugar. Cuando hoy nos enteramos que Walt Disney era todo un negrero, Lenin, para qué contarte y Franco, suma y sigue, lo mejor será mantener a nuestro siempre presente Paco en el refrigerador, para que más de uno siga manteniendo su cerebro congelado, que visto lo visto, es como mejor está. Si apoyas todo esto, pincha aquí y firma a favor  del manifiesto de los artistas antifascistas. Nuestro derecho, tu palabra.