EL MALLORQUÍN SE DESPIDE ESTE FINDE DE LA LATINA PARA COMENZAR SU 2º TOUR POR ESPAÑA
Hablar con Alejo Sauras es como hablar con un colega del instituto al que hace mucho tiempo que no ves. Su trato cercano y sus sinceras palabras, sin la parafernalia con la que muchos otros del negocio del entretenimiento tratan de maquillar sus argumentos, son la prueba absoluta de que aún siguen existiendo personas honestas que quieren (y consiguen) hacer bien su trabajo. La cita es en el Teatro La Latina, mítico teatro que ha recibido durante casi 2 meses a toda la tropa de El Eunuco, el desternillante vodevil que da la vuelta al original de Terencio y que gracias a sus autores Jordi Sánchez y Pep Anton Gómez, ofrecen ese momento de desconexión que necesitas y lo sabes. En su último finde en la capital y preparándose para un segundo tour por toda España, Alejo se siente más actor que nunca, igual de revolucionario que siempre y agradecido a esas tablas y público que le aplauden, junto a sus compañeros, antes de que se vuelva a echar el telón.
¿Quién es Lindus? Es el hermano menor de una familia que fue bien avenida pero que ya no lo es tanto y un vividor que no se plantea nada en la vida. Tiene un hermano mayor que es bastante blandito de personalidad, bastante débil, mientras que él se dedica a disfrutar de la vida básicamente.
¿Cómo llegó a tus manos el papel? ¿Qué es lo que más y menos te gusta de él? Me llegó de las manos de Pepón, que es uno de los productores de la función. Me lo mandó para que me lo leyera y les diera mi opinión. Por aquel entonces tenía mucho trabajo y eso unido a mi manía por leerme siempre los proyectos de principio a fin, hizo que me fuera retrasando. Si dejas las cosas a la mitad, luego no tienes la misma apreciación de los temas… Esta vez rompí la norma y me leí algo más de 20 páginas y dije que sí, por vez primera. Desde el primer monólogo, el de Anabel, me partí de risa, me pareció que estaba escrito con un ingenio tremendo, que todos los diálogos eran muy buenos y que por lo poco que conocía de los personajes, me gustaban absolutamente todos. Le hubiera dicho que sí a cualquier personaje…, siempre y cuando físicamente pudiera hacerlo. Luego, cuando me senté con el director me contó que no era una función al uso sino que tenía música y baile, lo que me metió bastante miedo hasta el punto de plantearme si hacerlo o no. Podía aprender a bailar, porque tengo nociones básicas, pero no se cantar. Él me tranquilizó, aparcamos la canción que yo hubiera tenido que hacer y la gira la hemos hecho sin que yo cante solo, únicamente en las partes corales. Ahora sí que he empezado a cantar algo porque tengo un compañero que se ha ofrecido a ayudarme. Podemos decir que esta obra ha sacado de mí una parte que no había preparado nunca. Ha supuesto mi humilde iniciación en el canto.
¿Te ha resultado complicado volver al teatro después de 12 años sin pisar unas tablas? Entré con mucho miedo, de hecho otra de las cosas que me atrajo de esta función es que tenía el peso específico que yo quería, ni más ni menos. Cuando te dedicas a algo relacionado con el arte, la humildad es importantísima. Así como hay muchos genios que no despegarán nunca por su ego y muchos otros que tienen un talento que no van a saber explotar, creo que es importantísimo saber la situación de cada uno y sobre todo después de tantos años sin hacer teatro, por mucho que haya trabajado haciendo secuencias todos los días. Anteriormente a esta función, me habían ofrecido otras y me parecía demasiado trabajo para mi capacidad en aquel momento. Estaba esperando, deseando que alguien me ofreciera un trabajo en el que yo no tuviera una implicación muy grande para poder centrarme en lo poco que tuviera y hacerlo bien. Siempre es mejor hacer bien, poquito que mucho y mal. No me parecía honrado, profesionalmente hablando y después de 12 años sin hacer teatro, meterme en un protagonista absoluto de una obra de teatro.
¿Qué se siente al trabajar en un teatro como el de Mérida, en el que además agotabais las localidades? No te lo puedo describir con palabras. Hay un antes y un después de Mérida en mi carrera profesional. Notaba como las piernas se me iban mientras avanzaba sobre esas piedras milenarias. Algo increíble y 5 de los días más bonitos de mi vida. Han pasado 7 meses y aún seguimos recordándolo.
¿Qué es lo que más te gusta de esta adaptación libre y loca de Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez? La libertad con la que han trabajado. No me he leído el original de Terencio completo, porque la verdad es durito de leer pero es que para mí han hecho una versión nueva. No tiene nada que ver. Han usado el nombre de El Eunuco por Terencio pero nada tiene que ver. Hay personajes como el de Pánfila que en el original no habla y aquí no calla. Su libertad es el éxito.
9 actores en busca de la risa y el buenrollo en el público, ¿en algún momento no pensasteis en la locura (económica) que estabais haciendo en estos tiempos que corren? En un principio era una función que moría en 2014. Esta función es inviable, no se puede hacer. En el país que tenemos hoy en día es imposible hacer en teatro privado, una función con 9 actores sobre el escenario aunque todos los días llenes el teatro. No ganas dinero, de hecho pierdes. Tuvimos la suerte en Mérida de contar con la producción de Jesús Cimarro y el Festival de Mérida, a la cabeza, que apostaron por la función, coproduciéndola y permitiéndonos llegar donde nos encontramos. Tuvimos tanto éxito allí que antes de terminar, ya teníamos contratados 2 meses en La Latina y decidimos continuar más allá de 2014. Durante los 6 meses previos de gira, hemos tenido tanto éxito que ya tenemos otro año más contratado. Gracias como digo al Festival de Mérida, a Jesús Cimarro y al público que ha hecho posible que las demás plazas se animen a contratarnos. Es la primera vez que me ha pasado que nos esté esperando gente a la salida, para decirnos que se han quedado sin entrada para vernos. Nunca he pasado por esto y me alegra que esté funcionando tan bien.
¿Por qué piensas que se os está castigando tanto por parte del Gobierno con ese aún mantenido 21%, uno de los más altos de Europa? ¿Eres de los que bajarías tu sueldo al mínimo con tal de hacer un papel que te robara el corazón? Cuesta mucho conseguir un caché para que luego te lo tiren por el suelo de esta manera. Decía Fernán Gómez en el documental La Silla de Fernando que “el error lo comete aquel que piensa que tiene las cartas, sabe jugarlas y que no depende del azar”. Todos dependemos del azar. Puedes pensar que el destino está de tu lado pero el destino va a venir y te va a dar un bofetón, te pongas como te pongas. Hay muchas cosas que hago en mi profesión que van en contra de mis propios principios. En este país tuvimos la suerte de tener a personas como Concha Velasco o Juan Diego que se encadenaron a las puertas del ministerio para conseguir un convenio de teatro y en cierto modo audiovisual y que se partieron la cara por nosotros. En la actualidad hemos tirado a la basura esos derechos, no los hemos dignificado, no estamos exigiendo que se respeten. Luego vino gente como Imanol Arias y otros tantos, que fundaron AISGE y que consiguieron derechos para el audiovisual en España y ahora estamos mandando, también, eso a la mierda. ¿Quién tiene la culpa? Los artistas españoles que no sabemos ser un sindicato. Nos cuesta mucho unirnos. Llega un momento que tienes que pasar por este tipo de condiciones y en televisión, sin ir más lejos, se está trabajando en situaciones infrahumanas. Volvemos al mismo tema. Votamos a unos señores para que defiendan nuestros derechos y no lo hacen. ¿Qué podemos hacer nosotros?, ¿volvernos terroristas? No queremos eso, ya lo hemos tenido muchos años. La única solución es quitar a esa gente y poner a otra. Hay que hacer una Revolución Francesa. No es que les tenga un cariño especial a los franceses, pero les envidio por haber tenido el valor de hacer esa revolución que nosotros no nos atrevemos a poner en marcha.
¿De qué esclavitud te gustaría liberarte? De la política. Creo que España es esclava de la política…, de la buena y de la mala, de todas. España es un país mediocre en ese aspecto. Somos amigos y enemigos de las personas según sus pensamientos políticos y eso me parece de la Edad Media. A mí en política, me vale cualquiera, hasta el señor que vende periódicos en ese kiosco antes de los que hay ahora mismo. Soy partidario de ir a la revolución, como te he dicho. Pondría a gente que verdaderamente quiera hacerlo. Tanto los políticos de izquierdas como los de derechas son igual de corruptos y no saben lo que es vivir a pie de calle. Dedícate a lo que quieras pero hazlo, hazlo bien. En España se promete lo que se debe prometer sin ni siquiera saber si se puede cumplir. En realidad lo que necesitamos no son políticos sino gestores que dirijan el país. Si hay una criba para poder ser camarero, en un bar de la Gran Vía ¿por qué no la va a haber para dirigir un país entero? Es una cosa que me produce muchísima vergüenza y no tengo colores políticos, que conste. Me parecen igual de malos. Si un señor aparece y dice que va a cambiar eso, pues cámbialo pero después de hacerlo haz que deje de importar la política. Un buen político es aquel que no tiene que salir en el telediario todos los días y ellos no dejan de salir en él y por nada bueno.
¿Qué te aporta el teatro? ¿Qué piensas que puedes aportar al teatro? Le puedo aportar mi talento y mi humilde experiencia. No creo que tenga la capacidad de revolucionar el teatro. El teatro, por su parte, me aporta una formación impresionante. Un actor se forma en el teatro. Muchos directores han demostrado que no hace falta tener la más mínima idea de interpretación y hacer un papel en televisión o en cine y que la gente se ría y no lo digo de forma peyorativa, ¡ni mucho menos! Alguien decía que prácticamente cualquiera puede escribir una poesía maravillosa a lo largo de su vida, que el verdadero poeta es el que la puede escribir todos los días. Para la buena formación de un actor y su abanico de registros, el teatro es esencial y también para el propio sentimiento, para la seguridad en ti mismo. Trabajar delante de más de 1.000 personas todos los días, que te están juzgando a cada momento y que cuando acaba tu trabajo, con su aplauso te están diciendo si les ha gustado o no, es algo que da seguridad (cuando va bien).
¿Cómo es aquello de formarte en electrónica y aviación y dejarlo todo por la interpretación? La vida es muy larga y a lo largo de ella hacemos todos muchas. Uno cuando es joven no sabe lo que hace, va haciendo lo que le gusta. Cuando era pequeño quería ser astronauta y cuando cumplí 12 y vi que no podía serlo, quería ser piloto y cuando descubrí que tampoco, pues dije pues vamos a estudiar electrónica y aunque me sigue gustando junto a pilotar, alguien me llevó al teatro me gustó y en un casting en el colegio me presenté y me cogieron y así empezó. Aunque en la vida se pueden hacer muchas cosas.
¿Cómo te ves en la profesión de aquí a un par de años ? Me veo con 10 o 12 películas más en el currículum, 8 funciones de teatro y 5 o 6 series. Ahora canto, quizá me dé por tocar la guitarra, me gustan los negocios, emprender cosas nuevas, unas funcionan y otras no pero mi vida es ésta y mi vía de escape es subirme a un escenario y en eso soy muy afortunado.
¿Qué piensas de la guerra de las televisiones y la presión del share en las que pese a ser líder de audiencia, series como en la que salías, ‘Algo que celebrar’, haya sido cancelada al no superar la media? ¿Piensas que la televisión en esta última década ha cambiado para mejor o para peor? No se aún porqué se ha cancelado. Es la primera vez en mi vida que hago un proyecto que se cancela. Es líder de audiencia en su franja horaria, líder de la noche, su audiencia está por encima de la media de la cadena, incluso la sube, es la serie más barata que he visto en mi vida… Hace 10 años trabajaba en una serie que se llamaba Los Serrano y con lo que costaba un capítulo, hicimos 6 capítulos de ésta. No nos han dado ninguna explicación. Un canal de televisión debe elegir un producto y apostar por él pero no suprimirlo sin más y dejar a sus más de 2mill de espectadores, a mitad de camino. Este tipo de políticas dañan la ficción española.
¿Qué me puedes contar de Sólo química, lo nuevo de Alfonso Albacete, con el que ya trabajaste hace un par de años? Que estaremos en el Festival de Málaga, si no me equivoco, en la clausura.
¿Algún trabajo más que tengas pendiente? Me han ofrecido hacer una película en verano y voy a intentar encajarla puesto que ahora mi prioridad es esta función. Cuando coges algo que funciona en España, no lo pueden soltar. No hay muchas oportunidades de conseguir que algo tenga éxito en nuestro país.
Cuando tienes tiempo libre, ¿a qué te gusta dedicarte? A viajar y a volar y si puedo combinarlas, mejor aún
¿Cómo convencerías a alguien para que viniera a ver El Eunuco? Le diría que primero se leyera la opinión de la gente en las redes sociales y después le diría que le hace falta ver algo como esto. La gente está muy quemada y necesita evadirse de toda esa miseria social que estamos viviendo y reírse. ¿Es opio para el pueblo? Sí que lo es. Es un vodevil sin ninguna pretensión que lo único que quiere es que te rías un poquito, es decir, lo que te hace falta.
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HASTA ESTE DOMINGO, 22 de marzo, en el Teatro La Latina
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