El mal no existe: seducción ecologista a la japonesa

El ganador del Oscar por “Drive my car”, Ryûsuke Hamaguchi, vuelve a los cines con una parábola ecologista que hipnotiza al espectador con su música y sus imágenes. Imprevisible, seductora, bellísima y multipremiada, así es “El mal no existe”.

El 1 de mayo se estrena en cines españoles, distribuida por Caramel, la nueva película de Ryûsuke Hamaguchi: el cineasta japonés que ganó el Oscar de mejor película internacional con “Drive my car”. Su nuevo film, “El mal no existe”, es una parábola ecologista sobre el choque entre la ciudad y la naturaleza, perturbador para la segunda aún cuando sucede sin la intención de hacer el mal. Rodada en los más bellos parajes naturales de Japón, y con una música que explica la propia existencia de la película (como veremos luego), “El mal no existe” es quizá la propuesta cinematográfica más hipnótica y seductora del año. Pero… ¿de qué trata?

De qué trata “El mal no existe”

Takumi y su hija, Hana, viven en un pueblo no lejos de Tokyo, pero enclavado en pleno bosque. En sus humedales abrevan los ciervos salvajes de la zona, entre otros animales, conviviendo en paz con los discretos (y escasos) seres humanos que habitan allí. Pero todo puede cambiar con el proyecto de construir, en esa misma zona, un camping de lujo para “urbanitas” de Tokyo sedientos de sentirse integrados en la naturaleza… sin perder las comodidades de la Gran Ciudad. Es un “glamping” frente a los ciervos, en un escenario en delicado equilibrio donde una gota contaminada de más puede alterar la balanza, en perjuicio de los animales. Pero no se puede parar el “progreso”… ¿o sí?

El mal no existe: seducción ecologista a la japonesa

El cineasta japonés del momento

Ryûsuke Hamaguchi, nacido en Yokohama en 1978, alcanzó la cima del reconocimiento internacional en 2021 con “Drive my car”: adaptación al cine de la obra homónima del eterno candidato al premio Nobel de Literatura, Haruki Murakami. Con ese film, Hamaguchi obtuvo 4 nominaciones al Oscar: las de mejor película internacional (por la que ganó la dorada estatuilla), mejor guión adaptado, mejor dirección y mejor película del año. Fue la primera vez en la historia que un film japonés optaba al Oscar más importante de todos. Y llegó de la mano de un cineasta que ya había ganado el Oso de Plata en el Festival de Berlín el año anterior, por “La ruleta de la fortuna y la fantasía”. Pero estos hitos pueden quedar eclipsados por “El mal no existe”: para muchos, la mejor película de Ryûsuke Hamaguchi.

El mal no existe: seducción ecologista a la japonesaRyûsuke Hamaguchi

Los premios de “El mal no existe”

La nueva película de Hamaguchi viene de ganar 5 premios en el Festival de Venecia, incluidos el León de Plata (antes conocido como “Gran Premio del Jurado”), el premio del Jurado Joven y el premio FIPRESCI de la crítica internacional a la mejor película del año. Obtuvo además el máximo galardón en el Festival de Cine de Londres, y fue exhibida también en el Festival de San Sebastián, donde le concedieron un premio especial por sus valores ecologistas, otorgado por Greenpeace: el Premio Lurra (“Tierra”, en euskera). Con el valor añadido de que el ecologismo de “El mal no existe” no es discursivo ni ejemplarizante. Sus estrategias para interpelar al espectador son más sofisticadas… sin renunciar por ello a la más efectiva: la belleza natural.

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Los paisajes de “El mal no existe”

Hamaguchi ha rodado su película en bellísimos parajes de la reserva natural de Nagano: una de las más importantes y conocidas de Japón. Donde conviven realmente, en (delicado) equilibrio, el respeto a la naturaleza y el turismo ecologista. En Nagano rodó Akira Kurosawa las escenas más bellas de sus “Sueños”, y parte de los decorados construidos para el film (en particular, el molino de río) se conservan intactos como atractivo turístico. Hay, de hecho, rutas organizadas para ver los escenarios concretos donde rodó Kurosawa. Y en ese lugar de ensueño es donde transcurre también el clásico moderno del Anime “Summer Wars”, dirigido por Mamoru Hosoda en 2009. Usado ya entonces, igual que en “El mal no existe”, como contraste “natural” frente al mundo moderno.

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La música, esencia y semilla de “El mal no existe”

No se entiende “El mal no existe” sin su banda sonora. De hecho, la película de Ryûsuke Hamaguchi nace como proyecto de acompañamiento visual a los conciertos de Eiko Ishibashi, compositora habitual de los films de Hamaguchi. Todo comienza cuando Ishibahi pidió a Hamaguchi que filmara algunas tomas que pudieran usarse como complemento a la escenografía de sus conciertos. Buscando la armonía entre música y naturaleza, entre sonido, viento y luz, el cineasta rodó esas tomas en Nagano. Y allí sintió el impulso de completarlas con diálogos, después con personajes y, finalmente, con una trama. Para todo ello pidió permiso primero a Ishibashi (pues no en vano todo el proyecto nacía de su seminal encargo). Y con el “sí” de la compositora, Hamaguchi rodó “El mal no existe”. Pocas veces es más cierto decir que, sin la música, no habría película.

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El 1 de mayo en cines

El miércoles 1 de mayo será el día del estreno de “El mal no existe” en salas comerciales de España. Distribuye Caramel Films, y llega con las mejores críticas de la prensa internacional, y definido como un “hipnótico, delicado e impredecible prodigio cinematográfico”. El autor de estas líneas no puede sino suscribir todo lo dicho.

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