El Piraña: por una Castellana sin complejos

Admitámoslo, hay mucha pipol que no se patea la Castellana por miedo a dejarse la cartera en el intento. Lógico en según qué casos, pero conviene advertir que hay una Castellana para casi todos los públicos, más abierta, informal y, por qué no decirlo, popular. El Piraña es un restaurante que cuida la media y no se columpia. Confía en una cocina sencilla de producto, asesorada por el chef gallego Carlos Núñez, en una carta contenida y en unos espacios agradables sin encopetamientos.

El Piraña: por una Castellana sin complejos

Lo primero es reconocer la suma de emplazamiento más vistosidad. El local se atisba en un esquinazo presidido por un rótulo en relieve sobre fondo dorado. El Piraña, buen gancho por el que apetece ponerse como el ídem.

El Piraña: por una Castellana sin complejos

A él se accede hasta un nivel inferior que sorprende por el baño de luz natural que consigue. Por eso la hora de la comida no se presenta en penumbra, algo que echaría para atrás. Bien jugado, como el trabajo de insonorización y el de su desenfadada decoración.

Nada más entrar, una barra en cuya pizarra se apuntan las sugerencias y el menú del día (11,50 euros). Esta primera parte está ocupada por un chester de bienvenida, y sillas y mesas altas, con cierto toque vintage. Como el de los focos. Las paredes son blanquísimas, para dar más brillo al conjunto amplio y diáfano. Alguna maceta. Y mesas con tableros de madera.

El Piraña: por una Castellana sin complejos

Pero El Piraña tiene terraza en el bulevar. ¡Y menuda terraza, oigan! Más verde todavía por el jardín colgante y el césped artificial de su interior acristalado. Ya tenemos un nuevo lugar irresistible para los incondicionales del terraceo madrileño, que son legión. Sí, tras la cena hay hueco para las copas. Ah, y hacen hincapié en una caña de Mahou tirada como está mandado.

El Piraña: por una Castellana sin complejos

Carlos Núñez ha diseñado para El Piraña una carta fácilmente entendible. Muy española, vamos, sin apenas concesiones a modas foráneas ni a exotismos que a muchos ya cansan.

El Piraña: por una Castellana sin complejos

El que fuera chef ejecutivo del grupo Vips hace especialmente atractivos un escabeche casero (que vivan los escabeches, puntualizamos) de jurel con verduras, presentado en su latita, o unas alcachofas con bombones de tomate. Aquí un servidor no puede nunca dejar escapar unas (en este caso correctas) mollejas glaseadas con verduras. El calor pide una sopa de sandía, un salmorejo con buey de mar o un gazpacho de fresón. O el también muy refrescante tartar de tomate con aguacate. Los clásicos optarán por la ensaladilla con ventresca de bonito y encurtidos. Y el suquet de rape consta como una de sus especialidades. Terminaríamos por cualquiera de sus postres, casi todos en clave también estival.

El Piraña: por una Castellana sin complejos

La guinda (personal) es una alternativa genial a la sobremesa con gintónic canónico. Se trata de la preparación de un cóctel Paloma, típico bebercio mexicano a base de tequila y refresco de toronja (de verdad) por cortesía del maitre de la casa tras su periplo por aquellas tierras. Bien por El Piraña. ¡Ñam!

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El Piraña
Paseo de la Castellana, 56
Tel. 915 63 46 62

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