ESTACION EXPERIMENTALInvestigaciones con resultados estéticos, distintos  modos de actuación, obras de arte que se aproximan a la filosofía, la botánica o las matemáticas, el CA2M presenta a 33 artistas cuyos modos de trabajar se expanden hasta dialogar con la ciencia
Una precisa declaración de John Cage en la que se nos informa que “el arte es una especie de estación experimental” ofrece no solo parte del título de esta exposición, sino un punto de partida que permite aproximar los aspectos más visionarios y utópicos del arte con las dudas y protocolos de prueba, error, fracaso o triunfo de la ciencia. Desde hace tiempo la investigación, la revisión de archivos olvidados y la “estética de laboratorio” son algunos de los modelos más frecuentados por aquellos artistas que encuentran en estas modalidades, alejadas en parte de la estética artística, elementos discursivos que permiten abordar temas intrínsicos al arte como son la política, la geografía, la sociedad, la economía o la historia. El afán por explorar nuevos territorios, por construir una robótica de bajo presupuesto y por abordar lo inexplicable es otro de los faros de muchos artistas. “La ciencia, como el arte, comienza a ser interesante cuando algo no tiene sentido”, señalan los comisarios Virginia Torrente y Andrés Mengs, siendo este el punto que permite conectar los diversos caminos presentes en la exposición. Cuatro subtítulos guían el recorrido. “En el laboratorio” los artistas hacen de la sala de exposiciones una zona donde gobierna la prueba y el error, como los tanteos domésticos de Caleb Charland registrados a través de fotografías que capturan imposibilidades lumínicas o el tornado que Alistair McClymont nos permite presenciar.”Trabajo de campo” concentra aquellas obras que siguen algunos de los protocolos de investigación científica para inventariar obsesiones, pero también para construir nuevas teorías. Jorge Peris viaja al Salar de Uyuni (Bolivia), el desierto de sal más grande del mundo, para registrar en un vídeo la experiencia de un cuerpo inmerso en un área salina a 3650 metros de altura donde no hay otra cosa que cielo y sal; Alberto Baraya aplica el mismo sistema de la taxonomía botánica a un herbario de plantas artificiales, reproducciones en plástico de distintos tipos analizados bajo un riguroso sistema clasificatorio, y Nicolás Goldberg y Guillermo Faivovich hacen de los meteoritos y de una zona del noreste argentino donde hace 4.000 años una lluvia de estos trozos de asteroides cayó sobre la tierra, el centro absoluto de sus atenciones artísticas. En “Artefactos y mecanismos” los artistas parten de la mecánica y de la tecnología para obtener nuevos resultados, dibujar aplicando polvo, imanes o líquidos a superficies de instrumentos musicales, como hace Julia Adán, o escenificar metáforas científicas a través de juegos de luz y tiempo como la de Conrad Shawcross. Y por último, en “Perdidos en el espacio” los artistas Esther Mañas y Arash Moori, Jan Tichy o Karlos Gil, escriben y construyen su propia ciencia-ficción.

Hasta el 9 de octubre de 2011. CA2M, Av. Constitución 23 – Móstoles

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