FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

ENTRE LA ALFOMBRA FUCSIA Y EL BOSTEZO IRANÍ


Contrastes en el Festival de San Sebastián, que parece no saber muy bien qué ser ni qué aparentar, ni si lo mejor es tirar por caminos intermedios o incluso contradictorios. Y es que ese es el problema del Zinemaldi todos los años: el abismo entre una programación comprometida y “de calidad” y la necesidad de hacerse publicidad, conseguir inversores, mantener su estatus de Serie A. Había que ver a Ben Stiller cuando llegó para presentar “Una guerra muy perra” junto a Robert Downey Jr. y le preguntaron si su película encajaría con la sección oficial. “Sólo con ver los carteles de las otras películas, ya me hago a la idea de que no”. La gente hace colas por ver a Silvestre y Hugo Silva, a Bardem y a Downey Jr., incluso Melanie Griffith y Meryl Streep les vale… Pero el Festival, así, con mayúsculas, se empeña en ofrecer otras cosas. Películas llenas de sufrimiento, de dolor, de conflictos políticos mil veces revisitados, tópicos… Pocos años el nivel de la Sección Oficial ha sido tan bajo y la verdad es que los ciclos paralelos –Zabaltegi, Horizontes Latinos…- tampoco han aportado mucho. Baste decir que la película favorita del público ha sido la citada “Quemar después de leer”, de Joel y Ethan Coen… que fue estrenada en Venecia.
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San Sebastián se empeña en hacer un festival de Serie A “distinto”, con directores desconocidos –sólo el japonés Kore Era y el británico Michael Winterbottom podrían salvarse de esa condición- y películas oscuras, sesudas, tremebundas. La vida es drama, por supuesto. Pero me niego a creer que la vida sea solo drama. Y si el cine se empeña en no salir de ese círculo vicioso del compromiso y el dolor, va a tener un serio problema. Ben Stiller se los va a seguir comiendo con patatas. ¿Películas rescatables de estos días? Veamos, la de Woody Allen ya la tienen en los cines, y, por favor, véanla en versión original. Si no, no tiene ningún sentido. “Amateurs”, una película española dirigida por Gabriel Velázquez y fantásticamente interpretada por Emilie de Bressiac, una actriz de la que se va a hablar mucho en el futuro, ya verán. La de los Coen, por supuesto –van ya tres veces que la nombro, así que tendrán que ir a verla-, “Camino”, de Javier Fesser, merece mucho la pena, aunque le sobre metraje, “Still walking”, la gran favorita para ganar la Concha de Oro, no decepcionará a los amantes del cine asiático. La última de Jonathan Demme –presidente del Jurado-, “La boda de Rachel”, es irregular y exagerada en ocasiones, pero Anne Hathaway está sencillamente magistral.

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Luego están las películas polémicas, que ha habido al menos tres. Imposible hacer una crónica de este festival sin hablar de Jaime Rosales y su controvertida “Tiro en la cabeza”. La mitad de la crítica le crucificó, la otra mitad le puso por las nubes. Se trata de una película sin diálogos, sin apenas acción y que recrea un atentado “casual” de la banda terrorista ETA el diciembre pasado en Francia. Rosales intenta ser objetivo en temas que es complicado ser objetivo, más aún en el País Vasco. No sólo eso sino que dice cosas como “Mi película intenta acabar con el conflicto de ETA”, y a veces uno piensa si el Goya le sentó bien o le ha vuelto un poco, digamos, extravagante. “Hunger”, del director –no el actor, obviamente- Steve McQueen, es un alegato a favor del IRA y el terrorismo y la resistencia activa como modo de resolver los problemas. La película, cuestiones morales aparte, es insoportable y está muy mal hecha. Pese a todo, probablemente por su mensaje “revolucionario” fue la favorita del Jurado Joven justo hasta el último día, que la argentino-mexicana “Amorosa soledad” se llevó el premio. Creo que eso es una buena noticia. La visión más valiente fue la de Gorka Merchán en “La casa de mi padre”, que narra la persecución a un empresario vasco –Carmelo Gómez- en un ambiente opresivo, sin que la película sea demasiado aburrida. Todo queda bastante claro y además el reparto es brillante, aunque poco aprovechado –tener a Verónica Echegui y a Juan José Ballesta en una película y que lo hagan tan mal tiene un mérito dudoso-.

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En fin, que San Sebastián “vende” Banderas, Bardem, Malkovich y Meryl Streep, pero programa películas que en su mayoría no sólo no llegan al gran público sino que ni siquiera interesan a la crítica y los más cinéfilos. Grandes fiestas con guardias de seguridad que se empeñan en que nadie sin invitación –o con invitación pero mal aspecto- se cuele para molestar a… Eloy Azorín (con todos mis respetos, que él no tiene la culpa). ¿Quién ganó la Concha de Oro? La turca “La caja de Pandora”, pero eso da un poco igual. Por no haber, este año, no hubo ni bufidos ni silbidos, aunque el palmarés fuera absolutamente demencial como viene siendo habitual, incluyendo una mención especial a “Caballo de dos piernas”, una película iraní que uno no entiende cómo pudo siquiera haber sido seleccionada. Parece que uno se vuelve Jurado de algo y enloquece súbitamente. O eso o un ataque de txakolí…