Lo habitual en Japón es que sus mangas (cómics) con más éxito se lleven al formato anime (dibujos animados), en muchos de los casos como series televisivas. A su vez, los que tienen mayor aceptación entre el público terminan por saltar a las pantallas de cine como películas live action (con actores de carne y hueso). Aprovechamos el esperado estreno de Ghost in the shell para hablar de las diez adaptaciones más sonadas que han llegado a ver los ojos de los otakus.
Bola de dragón: Comienza la magia (Taiwan, 1989)
Quienes piensen que la primera adaptación del manga más famoso de Akira Toriyama fue Dragon Ball Evolution (de la que hablaremos más adelante) están muy equivocados. La intentona inicial fue esta cinta taiwanesa que tardó dos años en estrenarse y que fusiló el argumento del OVA La Leyenda del Dragón Shenlong cambiando de nombre a todos los personajes para no pagar derechos de autor. A pesar de su planteamiento serie B de marcado estilo tokusatsu, tanto su trama como la caracterización de Goku (Niño mono, perdón) y compañía respetaron más la obra original que lo que vendría después. La cosa por supuesto llegaría a los tribunales, pero sus autores se escudaron en que, al igual que Dragon Ball, la suya era una versión libre de las aventuras del Rey Mono (protagonista de la novela clásica china Viaje al Oeste) y salieron de rositas.
Dragon ball (Corea del sur, 1990)
De forma paralela a la versión taiwanesa se perpetró esta otra adaptación coreana de las aventuras de Son Goku y sus compinches, que en esta ocasión mantuvieron sus verdaderos nombres a pesar de que también se pasaron por el forro los derechos de autor. Los osados que hayan tenido el valor de visionarla tendrán marcado a fuego al cerdo Oolong materializado como si fuese el más triste cabezudo de un desfile de carnaval de pueblo o al gato Puar presentado directamente como un inmóvil peluche pegado al hombro de Yamcha.
Ichi the killer (Japón, 2001)
Sí, esta también es la adaptación de un manga, pero es que la película le quitó todo el protagonismo al cómic y a la versión animada. Y es que sus escenas de violencia extrema, con tintes cyberpunk y muchísimo gore, recorrieron el mundo entero gracias al boca a boca. Los espectadores más convencionales se quedaron sin ganas de volver a verla, pero a nadie se le olvida.
Death note (Japón, 2006)
Este manga de culto tuvo su versión ‘real’ en dos películas dirigidas por Shûsuke Kaneko, que resumían en sus cuatro horas los 37 capítulos del anime. Kaneko no se comió mucho la cabeza a la hora de trasladar la apariencia imposible del demonio Ryuk y lo planteó como una copia literal animada digitalmente. Con los años vendrían otras dos secuelas y un proyecto de versión yanqui que nunca termina de materializarse.
Dragon ball: Evolution (EE.UU./Hong Kong/Reino Unido, 2009)
La trilogía del mal de Bola de dragón se cerraría ya en el nuevo milenio, bajo el amparo de 20th Century Fox y dirección de James Wong, que tras el batacazo en taquilla admitiría tan tranquilo que no se leyó ni un solo cómic de Toriyama antes de ponerse a dirigir. Y es que en cuanto se hicieron públicos los primeros adelantos se activó la alarma entre los seguidores, que verían hechos realidad sus peores temores al ir al cine, encontrando un filme que ni respetaba la obra original ni tenía calidad como película en sí misma (en IMDB tiene una puntuación de 2,7 sobre 10).
Ranma ½: Live action special (Japón, 2011)
Especial televisivo de dos horas de duración que, a modo de reboot telefilmesco, no salió de Japón. Basta con echar un vistazo al tráiler para darse cuenta del ajustado presupuesto que tuvieron para las transformaciones de género del protagonista (recordemos que Ranma se convertía en chica al caerle agua fría y en chico con agua caliente), por no hablar del irrisorio oso panda en el que se encarna su padre Genma.
Kenshin, el guerrero samurai (Japón, 2012)
Keishi Ohtomo trasladaba de manera fiel a la gran pantalla las aventuras del samurai pelirrojo, que tras las matanzas cometidas en la guerra (que le valen el apodo de Battōsai el asesino) se ha jurado a sí mismo no volver a matar y hace vida de vagabundo. Tuvo buena acogida entre los seguidores, lo que le valió a Ohtomo para estrenar dos años más tarde la secuela: Infierno en Kioto (2014).
Lupin y el corazón púrpura de Cleopatra (Japón, 2014)
Lupin III, el ladrón de guante blanco más famoso de la tele japonesa y supuesto nieto de Arsenio Lupin (personaje novelesco del francés Maurice Leblanc que también ha contado con varias películas), tuvo su versión en carne y hueso en 2014. El director Ryûhei Kitamura respetó bastante el tono y la estética del anime, que en su día corrió a cargo de Hayao Miyazaki (antes de que se dedicase por completo al mundo del largometraje).
Ataque a los titanes (Japón, 2015)
Uno de los últimos pelotazos entre el público otaku es este mundo post apocalíptico en el que la humanidad está al borde de la extinción por culpa de los titanes, monstruosos gigantes antropomorfos que se dedican a papear al personal. El manga ya ha tenido su anime, sus OVAs, una parodia en formato de serie y esta película de carne y hueso que tuvo su continuación el mismo año.
Ghost in the shell (EE.UU., 2017)
La obra de culto de ciencia-ficción que sirvió de inspiración para (entre otros títulos) la trilogía de Matrix llega al fin a la gran pantalla, con Scarlett Johansson como la cyborg Motoko Kusanagi. Como la mayoría de las versiones yanquis, la cinta traslada la acción de Japón a EE.UU. Si Rupert Sanders ha sabido respetar y sacar provecho del gran material que tenía entre manos es algo que sabremos yendo al cine a partir de este viernes.