La 53 edición del Sitges Film Festival

Con la esperada vuelta a la normalidad, la producción cinematográfica y la proyección de cintas en salas, han sido dos de los rubros culturales más azotados por la pandemia, fenómeno que ha provocado que algunos festivales de cine de fama internacional como Cannes, se suspendieran y algunos como el de Málaga, aplazaran la edición del 2020.

Otros festivales, se llevaron a cabo con los protocolos de seguridad, tal como lo hizo el festival de cine de San Sebastián el pasado mes de septiembre, con una muy buena programación.

Del 8 al 18 de octubre se llevó a cabo el Sitges Film Festival – Festival Internacional de cinema fantástico de Cataluña, una extraña y atípica edición en la que no vale la pena reseñar algunas de las 250 películas que entre largos, cortos y documentales formaron el catálogo de proyecciones o de los cinco reconocidos invitados locales que asistieron; Alex de la Iglesia, Najwa Nimri, Mario Casas, Juanma Bajo Ulloa y Paco Plazas; o de Possesur Uncut (Canadá, 2020) cinta dirigida por Brandon Cronenberg (Canadá, 1980) quien ganó el premio a mejor película, uno de los 31 premios que otorga el festival o de las más de catorce óperas primas proyectadas y los homenajes, las retrospectivas y sesiones especiales. No, es hablar de como año tras año la organización del festival ha ido olvidando y relegando a su ingrediente más importante, el público.

La 53 edición del Sitges Film FestivalNajwa Nimri. Foto Antonio Rubial

La 53 edición del Sitges Film FestivalImagen de la película Possesur Uncut

Fiel al encuentro, el público era capaz de esperar en largas filas para llenar salas por completo esperando por la proyección de alguna cinta ajena al circuito comercial y míticas películas solo conocidas por unos cientos que viajaban de toda España y que sabían que era la única oportunidad de verla por una vez en la gran pantalla. Pero en las últimas ediciones, el Sitges Film Festival se ha ido transformando en un evento privado centrado más en la recaudación de taquilla que un acontecimiento cultural, a pesar de que cuenta con bastante apoyo de dinero público, dejando a un lado esa visión de un crecimiento exponencial dentro del cine de género.

La pandemia, las políticas culturales, un plan económico y una clara implicación en el territorio “deterioraron” lo que tiempo atrás había sido un certamen de maravillosas cintas de fantasía y terror a una edición inconclusa e inexplicable, limitada por las restricciones, la reducción de salas y el peligro de cancelación.


Lo que hubo y lo que no en el Sitges Film Festival.

Lo que no.

Dentro de la atmósfera de fantasía apocalíptica que rodea Cataluña, el Sitges Film Festival arrancó con un formato híbrido en sus proyecciones, una parte presencial y la otra en una plataforma online con 150 títulos a elegir, el certamen creó algunas actividades paralelas como una sección de proyecciones para niños, un mercadillo con venta de souvenirs festivaleros y un espacio food trucks, una estrategia para llenar espacios por la previsible ausencia del público.

La ausencia de Invitados Internacionales, unas muy restringidas alfombras rojas, la falta de mejores títulos y la cancelación de una de las fiestas más emblemáticas del festival, La Zombie Walk: un desfile de muertos vivientes que cruzaba la ciudad de Sitges, anulada por las restricciones sanitarias. Éstas mismas cambiaron de forma más radical en los últimos días del encuentro alterando las proyecciones y cancelando algún pequeño evento nocturno que se tenía organizado.

Lo que hubo.

En los últimos años se ha dado una crisis del género fantástico que con fórmulas exageradas y saturadas da pie a que algunas películas brillen por su manufactura como Valley of the gods (EUA, 2019) dirigida por Lech Majewski (Polonia, 1930) que a través de diversos mitos navajos y una serie de historias paralelas, hacen una radiografía de los indios de Norteamérica frente a la Industria y a la explotación de sus tierras. La imaginación y los sueños juegan en The show (UK, 2016) dirigida por Mitch Jenkins y escrita por Alan Moore, una película que se ha clasificado de culto y en la que se ha respetado cada línea del controvertido escritor de grandes novelas gráficas como Watchmen.

La 53 edición del Sitges Film FestivalImagen de la pélicula Cosmética del Enemigo

Adaptar un relato al cine no es tarea fácil, pero en Cosmética del Enemigo (A Perfect Enemy, España – Francia, 2020) un minucioso trabajo llevado a la pantalla por Kike Maílo (Barcelona, 1975) y basada en la novela homónima de Amélie Nothomb (Japón, 1967), relata la obsesiva charla que tiene un exitoso arquitecto con una desconocida mujer, los dos juegan con sus recuerdos, sus memorias y sus crímenes, destruyéndose mutuamente para ver quien es el enemigo perfecto.

La 53 edición del Sitges Film FestivalImagen de la peícula Flash Gordon 

El rescate de algunos grandes tesoros del cine fantástico como Totall Recall (USA, 1990) que cumple 30 años de su estreno, dirigida por Paul Verhoeven (Amsterdam, 1938) una figura de este certamen que ha participado en pasadas ediciones con otras cintas como su incomprendida película Show Girls (USA,1995). Una superproducción de los años ochenta, Flash Gordon (UK-USA, 1980) de Mike Hodges (UK, 1932) cuya banda sonora pertenece a Queen y El episodio V de Star Wars. El imperio contraataca que celebra 40 años de su estreno.

La 53 edición del Sitges Film FestivalImagen de la película El gabinete del Doctor Caligari

El Sitges Film Festival desenterró más tesoros y proyectó cuatro cintas imprescindibles en la historia del cine que revolucionó el arte del mismo. En 1920 se estrenó en Alemania, El gabinete del Doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari), primer largometraje del expresionismo alemán y que marcó las bases del genero fantástico; siguiendo con la misma línea pero esta vez una producción de 1962 trasladada a los Estados unidos El Gabinete Caligari (The Cabinet Caligari) dirigida por Roger Kay (Egipto, 1921) un muy bien logrado remake y por último, El proceso (Le procés, 1962) de Orson Wells (USA, 1915) y El testamento del Dr. Mabuse (Das Testament des Dr. Mabuse, 1933) de Fritz Lang.

La 53 edición del Sitges Film FestivalDavid Lynch. Foto Josh Telles

El gran cierre del Sitges Film Festival fue el festejo por los 50 años de El hombre elefante (The Elephant Man USA – UK, 1980) función de clausura del festival y de manera virtual su director David Lynch recibió un premio honorifico desde su casa en los Ángeles California.

Lo que viene a continuación:

Los festivales de otoño e invierno en Europa seguirán enfrentándose a una pandemia que golpea de manera imponente la cultura. Los festivales de Gijón, Sevilla, Valladolid y la Semana de cine fantástico y de terror de Donostia, se van a enfrentar ahora a los cambios radicales de esta época, es importante para las películas y las producciones que los festivales sigan en pie.