Las flores de plástico no se marchitan

Las flores de plástico no se marchitan es el nuevo cortometraje de Héctor Herce, una reflexión sobre la muerte ambientada en un Madrid fantasmal.

Os presentamos Las flores de plástico no se marchitan, obra de Héctor Herce. Este joven cineasta madrileño ha estudiado durante tres años en la Escuela de Cine de Madrid. Tras realizar varios videoclips para artistas como C. Tangana, Ms Nina, One Path, John Gry o Baywaves, se decidió por hacer un corto de ficción con un claro objetivo: afrontar la muerte de su madre, fallecida tres años atrás.

De este modo estamos ante un cortometraje intimista y personal, rodado en el silencio que Madrid ofrecía la noche de un martes. Improvisó junto a dos actores se su plena confianza lo que contaría después: el protagonista Max Lusson (su mejor amigo) y el secundario Samuel Herce (su hermano).

Las flores de plástico no se marchitan

Alejandro Buera se encargó de la dirección de fotografía, mientras que, a la postre, Eduardo Rosa crearía la ambientación sonora. Una pieza de apenas tres minutos de duración que Héctor Herce ha dirigido y montado.

Una reflexión sobre la muerte utilizando la metáfora de la ciudad fantasma con todos los sentimientos que ello conlleva sobre la mesa: la tristeza, el amor, la pérdida, el odio, la amistad, la culpa y el perdón.

Tal y como apunta el propio cineasta, “el mensaje final es la comprensión de que la muerte está unida a la vida, y eso produce una reconciliación con uno mismo y por tanto una reconciliación con la persona que ya no está, que solo habita en tu memoria”.

Herce señala además que esta historia “existe en un lugar no definido, en una ciudad que no existe. Durante la noche es cuando nos atacan los pensamientos. Cuando nos sentamos, nos quedamos quietos es cuando podemos pensar”.

Las flores de plástico no se marchitan

El mundo de los sueños

Estamos ante una pieza que desprende nostalgia. Héctor recuerda así su gestación: “Después de rodar un videoclip para un grupo puramente pop, donde utilicé una gama de colores vivos y una imagen con ritmo y vitalidad, me senté agotado y pensé… Siempre estoy mostrando una realidad ilusoria, una realidad dinámica llena de colores. Sin embargo cuando me voy a la cama a dormir, mi madre, que murió hace tres años, se aparece en mis sueños”.

Esta micro historia está narrada como si de un sueño se tratase. Tal y como apunta Herce, “los sueños son el inconsciente y ese inconsciente no estaba tranquilo. Me dedico al cine desde hace dos años y mirando atrás solo veía que había hecho videoclips y piezas vitalistas. ¿Soy una persona vitalista? Sí y no. ¿Entonces por qué solo expresaba esa parte de mí? El cine sirve para exorcizarse, o eso decía Bergman. Así que en esta pieza atendí a mis demonios sin resolver y me pude reconciliar con la muerte de mi madre”.

Os dejamos con Las flores de plástico no se marchitan: