LAS OVEJAS NO PIERDEN EL TREN

FERNÁNDEZ ARMERO VUELVE A LA GRAN PANTALLA CON UNA COMEDIA DE RISAS COSTUMBRISTAS

Si echamos la vista atrás a los últimos trabajos del director madrileño Álvaro Fernández Armero, encontramos como en los últimos 8 años y dado el poco éxito de su última cinta Salir pitando, series como Doctor Mateo, El Síndrome de Ulíses o Con el culo al aire han sido su colchón en tiempos de crisis. Con su última película, Las Ovejas no pierden el Tren, no solo no vuelve a dar el salto a la sala oscura, sino que se quita de encima cualquier tipo de sortilegio o maldición y esa creencia popular de que no volvería al cine. Si con Todo es mentira, su ópera prima de 1994, Fdez. Armero ya presentaba una rocambolesca y divertida declaración de intenciones de lo que sería el tema principal de muchas de sus cintas (las relaciones humanas), con Las Ovejas no pierden el Tren vuelve a recuperar el argumento pero con un brío y gracia que la convierten en la perfecta comedia para desconectar de todo. Una película que nos da de bruces con que la treintena no dura para siempre y que superada esa edad, y dada la situación social en la que nos encontramos, el camino profesional y personal se nos presenta tortuoso y complicado si lo que andamos buscando es la estabilidad, un amor que nos tenga en palmitas y una familia que nos acompañe en la aventura. Luisa (Inma Cuesta) y Alberto (Raúl Arévalo) son la pareja protagonista que da forma e interés a esta alocada historia, tanto como que un periodista lo deje todo por un tractor y una vida rural en Valdeprados, tranquilo pueblo de Segovia. Una pareja de actores de química en pantalla más que probada y dotes tragicómicas de fábrica, a los que rápidamente dan réplica un simple pero correcto Alberto San Juan, un gracioso en su vis cómica Jorge Bosch, unos siempre perfectos y necesarios Miguel Rellán y Petra Martínez, una fácilmente olvidable (aunque intente no serlo) Irene Escolar, una Kiti Manver maestra en el gremio y una arrolladora y locuaz Candela Peña, encargada de poner patas arriba todas las escenas por las que se pasea, haciéndonos olvidar en muchos casos que esas escenas son corales. Una comedia de personajes bien perfilados que nos acomoda de manera amable y optimista en la butaca desde principio a fin y con la que salimos convencidos que nuestra rutina no es tan descabellada, que las oportunidad siguen apareciendo cuando menos lo esperamos y que la vida rural es la vida mejor, pese a las continuas apariciones estelares en la gran urbe para evitar la absoluta desconexión del mundanal ruido que necesitamos como ovejas a su pasto.

Hoy, viernes 30, ESTRENO

LAS OVEJAS NO PIERDEN EL TREN

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