Entrevista al realizador Oliver Laxe: Cine que emociona

Carismático y con una visión mágica del cine. Oliver Laxe regresa con Sirât, su cuarta película. En ella, nos invita a reflexionar sobre los cambios que trae la vida.

Finales que se transforman en nuevos comienzos y miradas capaces de definir quiénes somos. Oliver Laxe, ganador del premio jurado en el último Festival de Cannes, presenta un proyecto único, cargado de espiritualidad, belleza visual y sonora. Sirât es su última obra, y con la que confirma su lugar como una de las figuras más singulares del cine español.

Con una mirada mágica, Oliver Laxe quiso volver a enfrentarse a la muerte y salió victorioso. Tanto, que logró el premio del jurado en el Festival de Cannes de 2025. El nacido en París es un director que busca remover, aunque deja que cada espectador se lleve el mensaje que perciba. Sin embargo, quiere que salgan renovados o que sientan que algo en su visión ha cambiado. Que se hayan transformado, como lo hacen sus personajes en Sirât, su última película, donde lo ha dado todo y se muestra mucho más maduro que en Mimosas. Aun así, la esencia del creativo no cambia: es claro con sus mensajes y con sus ideas.

Entrevista al realizador Oliver Laxe: Cine que emociona

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¿Qué quiere decir Sirât, palabra que da nombre a tu nuevo film?

Oliver Laxe: Literalmente quiere decir el camino, la vía. Sería un equivalente a “tao” en el taoísmo, y es una palabra sagrada que simboliza el camino personal, el camino interior. También es el control del ego, la lucha consigo mismo, el crecimiento personal… Además, tiene otro significado, es el nombre del puente que comunica infierno y paraíso.

Como director, ¿qué emoción te gustaría que sintiera el espectador tras ver la película?

Oliver Laxe: Me parece que el cine tiene que tener polisemia y que cada espectador tiene que sentir una cosa diferente. De alguna manera, tengo miedo de si yo digo que quiero que acabe de una forma y, el espectador ha sentido una cosa diferente, se sienta frustrado. Esta película es como una ceremonia de ayahuasca, es muy dura. Es intensa y exigente físicamente, psicológicamente y espiritualmente, pero al final de la ceremonia, cuando te dan el “zumito de naranja”, sientes que has crecido. Sientes que te has transformado. Creo que es un poco lo que se siente en la mirada de mis personajes. Sientes que tenía que ser así, tenía que pasar por ese rito de paso.

Entrevista al realizador Oliver Laxe: Cine que emociona

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“Creo que el cine todavía puede tocar profundamente al espectador y que le remueva cosas”

También es un proyecto que hace que sientas que el mundo, en cierta manera, se acaba

Oliver Laxe: A lo largo de la peli hay un olor a crepúsculo. Sí me gustaría que el público sintiera a lo mejor que hay un mundo que se acaba, pero también que puede que haya uno que empieza.  Por lo tanto, tanto a nivel individual como a nivel colectivo, espero que el espectador a través de esta peli o al final de ella sienta que hay un horizonte de cambio.

¿Cómo es mirar de frente a la muerte?

Oliver Laxe: Vivimos en una sociedad tan tanatofobica, que hemos recluido a la muerte. Nos hemos distanciado de ella. Y obviamente irrumpe siempre y nos pega un bofetón de realidad. Personalmente, me obligo o me esfuerzo a meditar la muerte para vivir mejor, para prepararme mejor. Aprender a morir con dignidad, a través de un trabajo de aceptación, de desapego. La película es como un rito de paso para el público, creo que el cine todavía puede tocar profundamente al espectador y que le remueva cosas.

Entrevista al realizador Oliver Laxe: Cine que emociona

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Todos los personajes de esta nueva película, conviven con ella y luchan por la supervivencia

Oliver Laxe: La vida nunca te avisa, y en esos momentos donde saltas al abismo en los que definen nuestra naturaleza humana. Sin límites se ven cosas muy nobles, puede salir lo mejor de cada uno. Valentía, camaradería, fortaleza… El personaje de Luis (Sergi López) toca fondo y gracias a ello, sigue andando con su esencia.

Hay momentos muy simbólicos como Luis con las tumbas hechas de piedras, ¿qué nos invitas a sentir ahí?

Oliver Laxe: Insisto que el cine tiene que ser polisémico. A veces no hay que entender todo, hay que sentirlo. Y en mi cine, me encargo sobre todo de borrar mi mano. Intento borrar las huellas del crimen como autor, que no se note lo que quiero comunicar. Además, la peli opera siempre en dos dimensiones, hay una dimensión narrativa muy terrenal, la aventura. Y luego hay una dimensión simbólica y sutil todo el rato. Por otro lado, a través de la música, a través del paisaje, se va desmaterializando. Se va como espiritualizando. Y en esa secuencia en concreto, lo simbólico es fuerte.

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La música también es un valor muy importante en tus trabajos, y en este más.

Oliver Laxe: Soy un cineasta muy musical, y soy un cineasta de la imagen, y la imagen es música. Es tempo y ritmo. Es fuego. Además, a mí me gusta la música electrónica, y creo que con ella se podía hacer este viaje entre el beat, que es algo muy terrenal, y algo muy etéreo y celestial, como algunos arpegios electrónicos del final. Parece que el sonido viene del origen del universo. Tienen algo casi mágico. Estoy contento porque la música ayuda a que la película se vaya desmaterializando. Ayuda a que se transforme, a que entre en la abstracción, como si verdaderamente fuera un viaje, un viaje interior.

Y, ¿cómo es contar con el apoyo de Movistar Plus+?

Oliver Laxe: He tenido una gran complicidad con ellos. Me han apoyado en esa búsqueda de que la gente mire un poco hacia dentro, que se rasquen dentro de sí mismos. Y eso no es nada fácil. Mis tres primeras películas nunca contaron con el apoyo de la televisión pública de mi país, ni siquiera cuando fueron a Cannes. Y que justo esta sí haya tenido el gran respaldo de Movistar ha sido un cambio importante, y para bien. Han cuidado el cine frágil con un mimo muy bonito.

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“Me parece que el cine tiene que tener polisemia y que cada espectador tiene que sentir una cosa diferente”

Rememorando antiguos proyectos, ¿cómo es ver ahora, quince años después, Todos vosotros sois capitanes?

Oliver Laxe: Veo al mismo niño loco, salvaje y asilvestrado que adora grabar (se ríe) Siempre he confiado en mí como cineasta. Aunque claramente, me veo más maduro, tengo más oficio. Yo intenté hacer Sirât en el 2015 y se llama Mimosas. Y me gusta la película, fuimos a Cannes y ganamos un premio. Ya tenía una mirada fuerte en ese momento, ya quería hacer una película en la que la muerte fuera un paso a la vida. Pero, por falta de medios u oficio, no llegué tanto, como considero que he logrado ahora en Sirât.

En Mimosas vemos también el valor de la espiritualidad y la muerte, ¿cómo fue reformular estos conceptos tan complicados?

Oliver Laxe: Es muy difícil, en un mundo tan desespiritualizado donde hay este imperio del sentido. Donde el espectador está tan acostumbrado, y yo me incluyo, a tener que entender. Donde está tan poco habituado a leer con la piel, a ver las películas con la piel o con el corazón. Eso es lo yo propongo. Que el espectador sienta que el mundo está habitado, que el campo de minas tiene reglas, que la vida tiene reglas y es mágica.

Creo firmemente que el cine y el misterio de las imágenes nos pueden ayudar a sentir que vivimos en un mundo mágico y habitado.

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Siguiendo esa idea, ¿en qué te gustaría enfocarte tras el estreno de la película?

Oliver Laxe: No tengo ninguna prisa, pero tengo ideas vagas. Soy un cineasta lento y tengo otros proyectos, algunos con animales y otros de arqueología. A mí me gusta hacer cine, pero también lo sufro. No hago nada que considere que no vale la pena, también tengo que sentir que hay un servicio a la gente. Que la peli conecta con este tiempo y con estas generaciones. Ya iré viendo si lo hago más grande o más pequeño, más ligero o esotérico.

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