Mañana, 5 de febrero, se estrena la nueva película de Alejandro González Iñárritu que tiene 12 nominaciones a los Oscar y ha ganado ya 3 Globos de Oro
No creo que haya otra persona en la historia del cine que me caiga peor que Alejandro González Iñárritu. No se puede ser más egomaniaco, ni más pretencioso. Pero es innegable que tiene un talento asombroso, maneja el lenguaje cinematográfico como nadie, y su ambición y su amor a sí mismo hacen posible que existan películas tan alucinantes y espectaculares como El Renacido. Se nota en cada plano, en cada secuencia, en cada silencio y en cada efecto de audio, que él está pensando para sus adentros “joder, que bueno soy”. Y es tan palpable que eso tira para atrás. Pero lo cierto es que estamos ante una película que marca un antes y un después en cuanto a lo que se puede vivir y experimentar en una sala de cine. El nivel de esteticismo, pericia técnica, originalidad, desarrollo de la trama, realización y dirección artística hacen de El Renacido uno de los mayores espectáculos que servidor haya visto nunca.
La historia nos sitúa en 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolectan pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, a un invierno brutal y a la guerra constante entre las tribus de nativos americanos, en una búsqueda implacable para conseguir vengarse.
Si bien es cierto que el metraje es un poco excesivo, los horrores continuos y sorprendentes a los que se somete al personaje de Leonardo DiCaprio hacen que te mantengas inmóvil en la butaca sin mirar el reloj. Hay ciertos momentos en los que se puede perder el interés, es una película llena de silencios, en los que el viento y la ruidosa naturaleza son un personaje más. Dicaprio se pasa mugiendo, gruñendo, graznando y gritando de dolor durante dos horas. Puede llegar a ser cargante, por favor, no vayan a ver esta película doblada, lo lamentarán. La adaptación de la novela de Michael Punke resulta muy sólida, nada irregular, y era una tarea bien difícil. Iñárritu siempre se ha defendido con especial habilidad en el campo de la dirección de actores. Tom Hardy gana por goleada en su papel de malo malísimo de la trama, es absolutamente vomitivo y le deseas una muerte lenta y dolorosa desde el minuto uno. DiCaprio es indudablemente un gran actor, las barbaridades físicas y emocionales por las que pasa a lo largo de la historia resultan totalmente creíbles. Tiene el síndrome de Robert DeNiro, que es cuando un actor se convierte en la parodia de su propia mueca. Hace mucho que me parece que el bueno de Leo lo interpreta todo igual, con la misma declamación, tono, y ritmo. Y su mueca de intenso hombre heterosexual rebosante de testosterona permanece siempre presente en su cara de niña. Creo que aun así, el ansiado Oscar lo tiene asegurado, aunque debió haberlo ganado por El Lobo de Wall Street. El Renacido es una película poco emocional, pero brutal, original, espectacular y serenamente bella. Vayan a verla.
