Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Que no suene distópico: la periferia es el futuro, el próximo barrio de moda, el último recurso ante el venidero centro urbano, gentrificado y hostil. De ahí a que Las Tablas mole hay un paso y medio, pero la cuestión es que hay que ir acostumbrándose a que las grandes ciudades expulsen su ocio hacia nuevos jardines de recreo y extrarradio. Así que una noche nos la jugamos, tragamos saliva y fuimos derechos, o por circunvalaciones varias, a Ochenta Nextdoor, el nuevo local de los de Ochenta Grados. Salimos ilesos. Y bien cenados.

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Ya os contamos aquí el formato de miniplatos con el que se presentó Ochenta Grados en sociedad, primero en este barrio del norte de Madrid hace ya nueve temporadas, después en Malasaña, que sigue aún a reventar. Como José Manuel Vidal y Óscar García Torrente no son precisamente conformistas, han querido avanzar un poco más allá y aprovechar el tirón de clientela de oficina y chavalada bien de Las Tablas abriendo en el local contiguo un restaurante más pequeño pero con raciones más grandes. De la talla XS a la M, o incluso L. Un salto en calidad, sofisticación y diseño.

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

A mediodía funciona el menú del día por 14,8 euros, una propuesta diferente que saca a la gente de traje y corbata, que por aquí tanto abunda (megasedes bancarias y tecnológicas, ya tú sabes), de la medianía culinaria circundante. Sin embargo, recomendamos acudir de noche, cuando la zona se despuebla, sopla el viento de la sierra y aquel páramo no da para disparar las expectativas. Entonces, ¿por qué? Pues porque el restaurante Ochenta Nextdoor representa una especie de cosmopolitismo y oasis estético en un microcosmos anónimo.

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Imagen superior: menú del día del Ochenta Nextdoor

Vale para Instagram pero también para los ojos en vivo. Y es que entra por la vista gracias a una fachada transparente que incita a atreverse. Dentro espera la vida, que es al menos lo que andamos buscando hasta dar por fin con este rincón de ladrillo visto, mesas altas y focos directos que a lo mejor pasaría desapercibido en Manhattan o Singapur, pero que aquí representa una victoria a tiempo. Ochenta Nextdoor está bien puesto, bien insonorizado a pesar del hilo musical y puede ser un primer paso en la velada millennial.

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Antes de descubrir algunas de las sorpresas que depara la carta de platos, cabe arrancar con algunos de los cócteles que se proponen, como el DisTinto, una especie de tinto de verano más redondo y a más de la mitad de precio que el resto de las mezclas. Recuerdo pedir que con la versión del Bloody Mary (Med Cocktail Bloody Mare, con Gin Mare), muy corta, se fuera más generoso con el tabasco. Tendrán que afinar estos acabados más clásicos, aunque con el Pisco Sour les llega. Puedes tomar cien, que querrás cien más.

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Imagen superior: jarrete en rulo con foie acompañado de ensalada de patata y emulsión de rúcula

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Imagen superior: crujiente de champiñones con crema de queso y vinagreta de aceitunas y trufa

En lo relativo a las especialidades del restaurante Ochenta Nextdoor, nos convenció el crujiente de champiñones, crema de queso, vinagreta de aceitunas y trufa, que es una tosta casera en la que se abusa con tino de un champiñón natural muy gustoso. Hay que mencionar por original el jarrete en rulo con foie, adictivo como el mejor de los fiambres. No está mal tirado el tartar de salmón marinado, sorbete de ajoblanco, gazpacho de tomate y frutas de verano, que podría ser un quiero y no puedo pero con el que se sale airoso. O el falso risotto de pulpo, foie a la sartén y jugo espumoso de coco. Y es que las cocciones son muy presentables, y la mezcla de texturas y técnicas está bien conjuntada.

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Imagen superior: falso risotto de pulpo con foie y espuma de coco

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Imagen superior: merluza de pincho con su meuniere y ñoquis de parmesano

He aquí el falso misterio del restaurante Ochenta Nextdoor: que, aun teniendo que atravesar Mordor, se alcanza un alivio de cocina muy de tendencia aunque rica y a precios de periferia. Ojo, que queda lo mejor: los platazos principales con los que terminar y dejar escapar un ruidito de asentimiento a dos carrillos. Hablamos del solomillo Wellington, de punto perfecto, y del lomo de merluza a la meuniere sobre ñoquis de parmesano, a la par de atrevida y aplaudible. ¡Por 15 y 14 eurillos respectivamente! Ya de postre nos conformamos con un hojaldre de manzana con crema de almendras y helado de amaretto que, sinceramente, tampoco esperábamos. ¿Qué más se puede pedir? Esto es Las Tablas, donde la felicidad gastronómica también es posible.

Restaurante Ochenta Nextdoor: una noche en Las Tablas

Imagen superior: tartar de solomillo con crema de brioche y crujiente de patata

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Restaurante Ochenta Nextdoor
Paseo Tierra de Melide, 4, Madrid
Tel. 914 27 03 12
ochentanextdoor.com

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