SEIS PUNTOS SOBRE EMMA LA ÓPERA PRIMA DE ROBERTO PÉREZ TOLEDO

Desde que Tod Browning firmara la desasosegante “Freaks” en 1932, las incursiones del cine en el terreno de la discapacidad han sido múltiples. Con el progresivo desarrollo de la Psiquiatría y la Psicología Clínica a lo largo del pasado siglo XX, la óptica mórbida y marginal implícita en los propios títulos de la mencionada “La parada de los monstruos” o “El hombre elefante” (1980), sustentada sobre la deformidad visible y la discapacidad física evidente, ha dado paulatinamente paso a una vocación integradora en la que la discapacidad psíquica y los trastornos mentales han ido ganando terreno, alcanzando similares o incluso superiores cotas de cobertura que sus homólogas físicas. Fue la formidable “Mi pie izquierdo” (Jim Sheridan, 1989), basada en la historia real de un hombre con parálisis cerebral, la que dio el pistoletazo de salida a un subgénero del que el cine español se ha hecho un relativo eco en la última década, con títulos tan populares como “El truco del manco”, “León y Olvido”, “Yo, también” o “María y yo”, que abordaba el tema del autismo en una relación paterno-filial. “Seis puntos sobre Emma”, del realizador Roberto López Toledo, trata de hacer un compendio más o menos amplio sobre la diversidad de la discapacidad (física o psíquica) y los esfuerzos por la integración de un grupo de minusválidos que acude regularmente a las sesiones organizadas por un psicólogo de los servicios sociales.

SEIS PUNTOS SOBRE EMMA

La narración se vertebra en torno al personaje de Emma, una chica ciega de unos veinte años cuyo mayor deseo es ser madre. Ése es el primer punto destacable de la película, puesto que revela un enfoque que, sin obviar las limitaciones intrínsecas a toda persona con discapacidad, arroja un halo de luz a medio camino entre el idealismo, la ingenuidad y la corrección política que se desprende de ese “Yo quiero (y puedo) ser una más”. La atracción sexual que Emma despierta en su terapeuta (y, por lo que se da a entender en la película, en muchos otros hombres) ratifica esta postura, sobre la que no cabe pronunciarse en términos absolutos, puesto que cada persona, cada minusválido, es un mundo cuyo índice de integración viene determinado tanto por la naturaleza y grado de la discapacidad como por la actitud vital del propio discapacitado y del círculo familiar y social que lo envuelven. Por lo tanto, las pretensiones de independencia y de una vida social normalizada que destila “Seis puntos sobre Emma” puede entenderse como un canto a la esperanza y una brega por la (agotadora) lucha y la constancia sin tregua o como un producto acomodaticiamente amable diseñado para aliviar conciencias.

“Seis puntos sobre Emma” se estrena en cines el próximo 11 de mayo

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