STELLA CANDENTE (ESTRELLA FUGAZ), LA CUARTA PELÍCULA COMO DIRECTOR DEL REPUTADO PRODUCTOR LLUÍS MIÑARRO, SE ESTRENA EL 30 DE MAYO EN CINES
En el estrepitoso momento económico/político y social en el que nos encontramos, en el que no sabemos si dentro de cien años seremos considerados como una neo-edad-media o un post o pseudo Renacimiento, encontrar películas como Stella Cadente es algo no sólo reconfortante sino importante, básico y necesario. El título de la película casa a la perfección con la esencia y alma de la misma: estrella porque brilla en su ejecución, guión e interpretación, y fugaz por lo frugal, finito y cortérrimo del reinado de Amadeo I. Stella Cadente, o Estrella Fugaz en nuestro país, cuenta la historia de Amadeo de Saboya, un rey italiano que ocupó la corona del Reino de España entre los años 1870 y 1873. Su paso como rey de España fue breve, conciso, oscuro y pasó desapercibido para la mayoría. En el año 1870 las Cortes Españolas eligieron a Amadeo de Saboya, duque de Aosta, por 191 votos como Rey de España. En enero de 1871 llega a la capital, Madrid, y su valedor, el General Prim, fue asesinado. Su escueto reinado cubre el periodo entre la abdicación de Isabel II y la llegada de la Primera República. Con todos estos datos históricos en la cabeza, que todos habremos estudiado pero que todos habremos olvidado (la mente humana es así, no nos fustiguemos) Lluís Miñarro ha sido capaz de crear una película imprescindible para todos aquellos que busquen un largometraje de género histórico, pero con toques surrealistas y pop, casi como si fuera una versión castellana de la Maria Antonieta de Sofia Coppola. Aunque en un primer momento esta comparación puede parecer odiosa, más que nada porque la obra de Sofia Coppola, majestuosa visual/pictórica y estéticamente es una delicia para todos los estetas cinéfilos intelectualoides, el film de Lluis Miñarro se antoja completamente distinto: referencias a secuencias básicas del cine como el camarote de los Hermanos Marx, canciones de Françoise Hardy o referencias artísticas como la característica luz de Caravaggio, hacen de Estrella Fugaz un batido pop de la España más esperpéntica.
Este largometraje es el cuarto en la carrera de Lluís Miñarro, el primero de ficción. Además, Lluís es uno de los productores nacionales más consolidados, ha producido la película de Oliveira El Extraño Caso de Angélica y ahora produce la nueva película de Naomi Kawase (entre otras muchas películas, su currículo es abrumador). Dejando a un lado la dirección de Estrella Fugaz, su elenco no es menos destacable: Amadeo de Saboya es interpretado por Àlex Brendemühl, quien gracias a su carisma, brillantez y virilidad otorga al personaje una amplitud mental, quizás demasiado amplia para la época, por lo que no sabemos si ese carisma era propio de Amadeo I o más bien de Àlex Brendemühl. La actriz Lola Dueñas es una de las mejores actrices contemporáneas de nuestro país, así que no necesita ni presentación. Además de los citados intérpretes, Stella Cadente cuenta en su carismático reparto con Bárbara Lennie (El niño, Los condenados), el actor italiano Lorenzo Balducci (Io, Don Giovanni; 31 días), Francesc Garrido (Gente en sitios, La silla), Francesc Orella (Los ojos de Julia; Tres días con la familia), Àlex Batllori (La mosquitera; Rec2) y Gonzalo Cunill (Héroes, Amor idiota). Jimmy Gimferrer, que ya había colaborado en films producidos por él como “Aita” (2010) o “El cant dels ocells” (2008) firma la dirección de fotografía.
Estrella Fugaz es una película que merece la pena. Además de por la obviedad de apoyar al cine español, ha sido la única película española seleccionada para la Sección Oficial en la 43 edición del Festival de Cine de Rotterdam, porque es jocosa, hilarante pero al mismo tiempo frágil y delicada: hilarante por lo absurdo que representa y materializa, y frágil porque es una perfecta metáfora del periodo que estamos viviendo actualmente, una época que sabemos y sentimos que está a camino de algo (todavía no sabemos de qué) y una época en la que la apertura mental y las inquietudes se necesitan, pero muy pocos las quieren ver o quieren abrirse a ellas.
