El estudio de arquitectura Takk y su reforma radical

The Day After House es un proyecto de reforma doméstica muy diferente a otros que hayas podido ver hasta ahora. En él Takk incorpora ideas como el dormitorio comunal a modo de hórreo moderno, la distribución de estancias a través de un concepto de capas, o la diferenciación de una zona de verano y otra de invierno.

No estamos hablando de una casa de campo, en la que estos conceptos podrían ser más normales, hablamos de un pisoen Madrid en el barrio de Mirasierra. Los autores de este trabajo son Mireia Luzárraga (1981, Madrid) y Alejandro Muiño (1983, Barcelona) fundadores del estudio Takk en el año 2010. Una pareja fuera y dentro del trabajo que se conocieron trabajando en el estudio madrileño AMID.cero9. Con The Day After House es la primera vez que afrontan una reforma de una vivienda, su portfolio está lleno de intervenciones efímeras que muchas veces se salen de lo que tradicionalmente se considera arquitectura.

El estudio de arquitectura Takk y su reforma radical

“Nuestro trabajo hasta ahora ha sido básicamente efímero, sin apenas programa, por eso nos ha gustado meternos en lo doméstico, algo que está plagado de normas y conductas completamente ‘naturalizadas’. Hacer labores de detective, buscando de dónde viene la idea de habitación, o la historia de los cuartos de baño, o los tipos de cocina que hay en diferentes contextos culturales nos ha apasionado. Ya hacia tiempo que queríamos hacer el salto a un tipo de encargo así” nos explica Alejandro.

El estudio de arquitectura Takk y su reforma radical

El proyecto que nos ocupa es la reforma de un piso de 110m2 en el norte Madrid y su objetivo es el de transformar una vivienda construida con los estándares de la arquitectura residencial española de los años 80, actualizándola, con una conciencia medioambiental, hacia nuevos modelos de uso.

El estudio de arquitectura Takk y su reforma radical

El piso, situado en el barrio de Mirasierra, pertenece a un bloque residencial paradigmático de la arquitectura doméstica construida a principios de los años 80 en España, y más concretamente en los barrios residenciales situados al norte de la ciudad de Madrid. Construcción en ladrillo visto, soportales, zonas comunes, piscina y cubierta de teja a cuatro aguas. El piso, pese a encontrarse en buen estado tanto a nivel constructivo como de acabados, mostraba un desfase importante entre los usos permitidos por su distribución y los deseos de los nuevos clientes: una pareja de 35 y 38 años y su hija pequeña de 3.

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“Su distribución, ejemplar tanto a nivel programático como ideológico de los intereses de la clase media-alta española de la transición, intentaba reproducir a pequeña escala los imaginarios populares de las grandes viviendas burguesas, dando como resultado, no tanto la adaptación de un modelo exitoso, sino el mal aprovechamiento de los 110m2 con los que cuenta la vivienda. Un gran número de habitaciones (hasta cuatro) pero de pequeñas dimensiones, pasillos estrechos como elemento básico de comunicación entre estancias, cocina de desproporcionadas dimensiones para poder albergar una habitación de servicio en su interior, tres baños completos pero minúsculos y sin iluminación ni ventilación natural, doble acceso para servicio, o la ya muy contestada diferenciación entre zona de día y zona de noche, eran sólo algunas de las decisiones de proyecto que hacían que los nuevos clientes no estuvieran cómodos con su nuevo hogar” aclaran desde Takk

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A esto había que añadir la nula intención que tenía la vivienda en cuanto a orientación solar o a la ventilación cruzada, también el mal aislamiento térmico como acústico característico de una arquitectura construida en una época de bonanza energética. Los clientes, él economista especializado en micro-créditos y ella ambientóloga, disponían de un presupuesto muy reducido. El piso, recién heredado, había supuesto una alteración en la economía familiar y la reforma no debía suponer otro. Por otro lado, querían que la reforma tuviera algo que ver con ellos y su forma de vivir. “Estos dos condicionantes, lejos de restringir el rango de actuaciones posibles, hacían posible pensar en opciones más escuetas pero más radicales, que contrastaran de una forma más clara y rotunda los intereses de los clientes con la arquitectura encontrada” aclara Mireia

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El presupuesto que al final fue de unos 42.000 euros, es decir de menos de 400€ por metro cuadrado, hizo que Takk dividiera la casa en dos zonas, una de ellas más acabada y otra con terminaciones más básicas. De esta forma conseguirían dos casas por el precio de una: una preparada más para el invierno y otra pensada más para el verano. Así que su trabajo comenzó cambiando totalmente la distribución de la vivienda. Como si de las capas de una cebolla se tratara, los diferentes espacios de la casa se van anidando unos dentro de otros. Esto, además de posibilitar la eliminación de los pasillos, con el consiguiente ahorro de metros, y aportar complejidad vivencial a la esfera doméstica, funciona como método de ahorro energético pasivo. Conforme nos acercamos a los espacios centrales de la casa, estos cada vez se encuentran más aislados respecto del exterior sin tener que aportar energía extra.

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“La distribución tipo capas de cebolla, o de habitación dentro de habitación dentro de habitación, para ser más exactos permite trabajar con la ventilación cruzada de forma mas eficiente. La ventilación cruzada, a parte de cuestiones de salubridad, es el mejor remedio para el intenso calor veraniego. En una organización clásica de habitaciones concatenadas difícilmente estas pueden contener más de una ventana hacia el exterior, y menos hacia dos fachadasopuestas” explica Alejandro

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A partir de esta idea crean un núcleo central a modo de hórreo que es el dormitorio comunal y alrededor de este crean la casa de invierno en la que se dispone una cocina abierta. Una cocina con una gran presencia que tiene un detalle que la hace diferente a otras cocinas y es que la encimera es más baja de lo normal, de 75 cms exactamente, cuando lo normal es de 90 cms. De esta forma la gran encimera recorre y cambia de usos a través del su recorrido por toda la pared de la casa de invierno. “El espacio cocina se entiende como un espacio sin género asociado, presente constantemente en la vida familiar“ comentan desde Takk.

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Rodeando en parte a la casa de invierno crean otro espacio, una especie de terraza interior sin climatizar en la que se han quitado las ventanas de la fachada dejando únicamente los huecos. Esta zona acoge una bañera para disfrutar en verano a la vez que es el lugar perfecto para las plantas. Además la zona de verano dispone de una área con estufa de leña para poder alargar su uso en tiempos más fríos.

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“Habitualmente el número de habitaciones es la pauta básica que asigna valor a una vivienda. Incluso por encima del tamaño, el número de habitaciones es la información principal de un anuncio de venta o alquiler en una extraña alianza entre capitalismo, intimidad, y segmentarización en nichos de mercado de la sociedad” comentan en la memoria los autores, quizá por ello en The Day After House intentan huir del concepto de habitaciones.

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La fachada principal de la casa tiene orientación norte por lo tanto carece de aportación energética solar. Por eso Takk buscó un material que tuviera altas prestaciones como aislamiento para reducir perdidas, pero que a su vez tuviera poca inercia para que no tardara en calentarse, descartando el uso de otros materiales como los cerámicos, aislantes pero con inercia muy alta, o pladures. Se escogieron materiales de baja emisión de CO2 básicamente madera de pino (por su precio) y corcho natural, como materiales principales.

El estudio de arquitectura Takk y su reforma radical

El estudio de arquitectura Takk y su reforma radical

The Day After House es sin duda una casa para una familia atrevida. Es un proyecto que busca un aprovechamiento energético natural y que a la vez propone formas de habitar diferentes a las que estamos acostumbrados en las grandes urbes.

 

Fotografías: José Hevia
Texto: @monsieurjavier

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