THERE'S NO GRAVITY IN CINEMA

Y A TI, ¿QUÉ ES LO QUE MÁS TE GUSTA DE ESTAR AHÍ ARRIBA EN EL ESPACIO?

Si soy sincero debo decir que he esperado a observar las reacciones del público español para escribir la crítica de una película que seguramente no quedará grabada en la mente de la historia cinematográfica, pero que de forma indudable, nos ha dejado a más de uno sin aliento ni respiración. Gravity, la última película del director mexicano Alfonso Cuarón, es un drama de los buenos como también lo fue en su día Titanic o más recientemente Lo imposible, del español Juan Antonio Bayona. El miedo a la inmensidad desconocida, el debate entre la vida y la muerte, y la ansiedad constante que consigue el director con creces –y que particularmente me dejó sin uñas en los dedos-, se convierten en los ingredientes de una formula fácil y sentimentalista que te impide despegar los ojos de la pantalla en todo momento. Partiendo de un formato al más puro estilo hollywoodense, Gravity se ciñe al completo a una historia cuyo final feliz e identificación constante del espectador con la protagonista, ha decepcionado a los mayores amantes del séptimo arte. Pero al fin y al cabo, este es el caso de una película que pretende emocionar y sensibilizar por méritos visuales, anteponiendo los sentimientos a la racionalidad; y la belleza a la técnica cinematográfica. Qué se le va a hacer. Sin embargo, es en este punto donde reside la excelencia del trabajo de Cuarón, pues la mayoría de las veces lo más importante no es el final de la historia –que francamente ya conocíamos todos antes de ir al cine- sino la forma en la que se narra el duro camino a seguir. Una doctora que intenta superar la muerte de su hija, se enfrenta junto a su compañero astronauta a las dificultades de un accidente espacial en un viaje de vuelta a casa. Los personajes, encarnados por dos grandes figuras del cine -y mejores productos de marketing- como Sandra Bullock y George Clooney, se desnudan sentimentalmente a lo largo de la película, haciéndonos partícipes de una vida pasada “de relleno” que jamás antes había tenido tanta repercusión en el presente argumental.

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No obstante, Gravity tan solo se trata de un espectáculo visual que nos mantiene despiertos incluso con la inequívoca selección de una banda sonora que, más allá de agudizar la tensión del espectador, consigue alejarlo de la historia y ofrecerle una aventura edulcorante. Esta dualidad acercamiento-aislamiento que el director mexicano no ha sabido corregir a tiempo, provoca una falta de conexión en la mente de todo espectador, pero que al final logra suplir perfectamente con la ayuda de unos diálogos encafeínados. “No tengas miedo doctora Ryan, porque estoy seguro que mañana llegarás a tu casa y sorprenderás a todos con esta hazaña digna de contar”, aseguraba un romántico George Clooney mientras las lágrimas de Sandra Bullock nos llegaban de forma impermeable a nuestras gafas 3D. Al terminar la película, las luces se encendieron y observé directamente las reacciones de los presentes en la sala de cine. De repente entendí que Cuarón había conseguido el objetivo que perseguía con Gravity: asombrarnos e impedirnos actuar con normalidad durante el resto de nuestra rutina diaria. Y esto, a pesar de cualquier fallo o pretensión cinematográfica, tiene muchísimo mérito.

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