Un belén atravesando el tiempo

Lleno de significados, de una cierta inclemencia hacia las miradas más chatas y con grandes dosis de excentricidad, el Belén de Barcelona conjura los espíritus navideños, atrae la atención más agnóstica y rinde un justo tributo al arte contemporáneo. 

Para nosotros siempre es una buena noticia que en el espacio público se lleve a cabo una instalación; y si ésta nos hace reflexionar sobre sentimientos navideños desde las perspectivas más subjetivas mucho mejor.

Su creadora, Paula Bosch, propone para el Belén de Barcelona una instalación formada por 30 cajas de madera de distintos tamaños. Cada caja contiene, como si de espacios dentro de la memoria se tratara, artículos relacionados con la Navidad; espumillón, figuritas, turrones, cava, galets o canelones. Se trata de un homenaje romántico a ese rincón que encierra todo ese amasijo de elementos en los que se convierten los pesebres caseros una vez desmontados y guardados. El final de una ilusión tal vez. Y el regreso a ese rincón lleno de sueños renovados. Podría decirse que incluso que hasta peca de sentimental.

Un belén atravesando el tiempo

Un belén atravesando el tiempo

Y es que hace ya uno cuantos años que Barcelona; la ciudad condal; la capital catalana; la ciudad del “no me acuerdo”; la ciutat dels edificis i dels àrbres nos tiene acostumbrados a generar polémica a cuenta de los belenes. Situados tradicionalmente en la Plaza Sant Jaume, el Belén de Barcelona no deja indiferente a nadie. Año tras año asistimos al desencuentro entre quienes defienden estas apuestas rompedoras y aquellos que por el contrario reivindican un formato más tradicional. 

Un belén atravesando el tiempo

Un belén atravesando el tiempo

Este año, la capital del diseño, de la vanguardia y de la arquitectura; de la rumba, de la patria charnega, del mestizaje, del top manta y de los desaparecidos merenderos tiene atrapados a los equipos de televisión y resto de medios online y offline ya plantados permanentemente en la ciudad, como consecuencia de los conflictos identitarios entre catalanes, el auge de la violencia, la inseguridad y según algunos, del crimen organizado.

El significado del Belén de Barcelona cobra, por tanto,  una dimensión especial. Se convierte en una interpretación que segmenta a la población, y, en cierta forma pasa a formar parte de la iconografía y de la liturgia de la alcaldesa Ada Colau. Es como un plebiscito entre la Barcelona de la gauche divine (rebelde y burguesa) y la muy emergente españolista. 

Un belén atravesando el tiempo

En mi opinión sería interesante revisar el concepto de tradición. Al fin y al cabo los belenes supuestamente tradicionales son una alteración escandalosa, etnocéntrica —por no decir racista— almibarada, clasista, machista —amén de poco inclusiva con las realidades LGTBIQ—  e irreal de lo que trata de ser una recreación costumbrista de la Palestina de hace más de dos milenios.

Un belén atravesando el tiempo

En esos belenes hetero normativos y patriarcales aparecen ante nuestros ojos un elenco de personajes de lo más rocambolescos: unos extravagantes magos de oriente vestidos de colorines y de orígenes culturales imposibles, una virgen María (Meriem) muy puritana y muy española, o un Niño Jesús (Isa, su auténtico nombre) angelicalmente rubio y de ojos azules. Una cristianización mucho más reciente de lo que creemos, una tradición mucho menos enraizada de lo que nos quieren hacer creer. 

Belén de Barcelona

Plaza de Sant Jaume, Barcelona

Texto: Jaume Amills