ALIASINGFoto: Iván Dueñas

HORROR ROCK ENTRE SOMBRA DE OJOS Y SERIE B

Una puerta que chirría al abrirse. Atravesarla es acceder al interior de aquella mansión encantada que todos conservamos en nuestras cabezas. Me lanzo a hacerlo. Luces que se apagan, destellos intermitentes propios de un laboratorio de terror; ruidos indescifrables que provienen de algún lugar. Inquietud. Una invitación a pasearse por las realidades y fantasías que despiertan los temores de la psique. Y son los madrileños Aliasing los anfitriones de tan lúgubre velada, a manos de este álbum debut llamado ‘Spell Rising’. Desconcierto y neurosis instrumental en estas diez canciones producidas por Pshycotic Beats (Andrés Costureras), que conforman una obra tan adhesiva como tenebrista, en la que bien podría ser una de las sorpresas de la temporada. Una voz, casi siempre desgarrada e inmisericorde, suena entre guitarras vertiginosas, un bajo que escuece, una batería aplastante y unos teclados aterradores. El punto medio entre un rock garagero salido de las entrañas (“Spell Rising”), un punk nervioso (“Scream Queens”) y una estética siniestra que rescata los preceptos del glam.

ALIASINGFoto: Iván Dueñas

El suspense recobra su sonido en “Icarus”. Segundo corte del álbum y que, aunque pesen las comparaciones, nos recuerda a aquel frenético “Sheena is a parasite” de The Horrors. La diferencia es que Aliasing han sabido dar en el punto exacto de ese toque de frescura, obligando a que sus temas respiren y se oxigenen convirtiéndolos en asequibles para todo aquel que se atreva a entrar en ellos. La voz de César Monzón, en algunas ocasiones, es insultante y corrosiva, como es el caso de “Rock under the moonlight; un tema que intercala diálogos de pelis de serie B y que, perfectamente, podría hermanarse con el deje heavy. En otras, despliega su abanico más melódico como en “Creepy Heart” antes de endurecerse, o en la sorprendente “Tears”, gala de todas las posibilidades y registros que guardan en sí estos cinco chicos con ojeras y pintalabios. Todo un recorrido por los ecos de ultratumba, disparados en grandes dosis de adrenalina técnica y multiinstrumental que golpean en lo hipnótico (“21st Century Alchemist”), en la frialdad de los tonos más profundos (“Photofobhia & Lipstickphilia”) y en la urgencia punk rock de finales de los 70 con “Fresh Flesh” y “A welcoming place”, la más adictiva del disco. Un álbum, este Spell Rising, que hará las delicias de aquellos amantes de The Cramps, Bauhaus, Christian Death, Blag Flag, New York Dolls y los Ramones más crudos. Porque el quinteto ha dado forma a una monstruosa criatura que, rozando el psychobilly, tambalea los cimientos de una escena que pide a gritos propuestas que marquen la diferencia con personalidad propia. ¡Pues aquí va una!