Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Si algo diferenció el diseño en de las primeras novelas negras en España respecto a las estadounidenses, fue el uso de creaciones tipográficas a medida para sus cubiertas.

En España, a partir de los años 50 del pasado siglo, se publicaron miles de novelas policiacas influidas por la moda de las pulp magazines, de los pocket books y de los autores hard-boiled estadounidenses. Esa influencia se reflejaba tanto en los textos, que, dentro de lo posible, imitaban los modelos norteamericanos, como en las cubiertas, que reflejaban el universo iconográfico de la novela negra.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Uso de tipografías originales y creadas ad hoc para los títulos

Pero algo distintivo en algunas de las colecciones españolas fue el uso de tipografías originales y creadas ad hoc para los títulos, técnica ilustrativa manual poco usada en la industria editorial norteamericana. Aunque la mayoría de editoriales prefería utilizar letras de imprenta, más legibles y con menor complejidad, algunas usaron el arte de los ilustradores para realizar esas tipografías de forma artesanal y distintiva.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Diseño de la cubierta en la novela negra: un trabajo integral

La ilustración de todas esas cubiertas, con elementos icónicos propios de la novela negra, se conjugaba con las letras del título, como un todo. La imagen se creaba a partir de una sola idea. Era un trabajo integral. Los ilustradores creaban la ilustración y diseñaban el título a juego, de esa manera el editor se ahorraba costes y el dibujante podía relacionar, de algún modo, el tema de la novela con el tipo de imagen y la tipografía utilizada.

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La editorial Rollán: (CIA y FBI) destacaba sobre el resto del producto editorial.

En lo que respecta al diseño de las tipografías manuales en las cubiertas, sobresalen dos colecciones de la editorial Rollán, CIA (sus 251 números) y FBI (hasta el número 550). Aunque la calidad literaria de estas novelitas dejaba mucho que desear, la composición de los títulos destacaba sobre el resto del producto editorial. Aportaron un valor añadido a las novelas populares, a la literatura de quiosco, con esos libritos que cabían en el bolsillo –bolsilibros les llamaron algunos– y que solo costaban 5 pesetas (un duro). Los ejemplos de cubiertas que aparecen en este artículo provienen de la colección CIA.

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Juan Ramón y Amable Leal, los dos ilustradores de la editorial

Los dos ilustradores que realizaron todas las cubiertas de la colección fueron Juan Ramón y Amable Leal (nombre verdaderamente galdosiano). De Amable Leal sabemos poco. Nació en Madrid, fue dibujante y guionista. Formó parte del estudio del escenógrafo Adolfo Pérez Rubio, situado en el barrio de Antón Martín. De Juan Ramón se sabe menos, solo que, tras los primeros números, cambió su nombre artístico por uno más exótico y de tintes extranjeros: John Ray, como era habitual entre los escritores de este género popular, por ejemplo, el escritor Alar Benet era en realidad un madrileño nacido en 1923 de nombre Juan Alarcón Benito, pero ¿quién iba a creerse una historia de gánsteres de Nueva York escrita por un tal Juan Alarcón?

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CIA nº 11

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CIA nº 44

La tipografía también pretendía transmitir exotismo y novedad

Las tipografías de los títulos se hacían a mano alzada, integrando las palabras en la ilustración de la cubierta por el propio dibujante. Normalmente los títulos debían cumplir dos requisitos: que llamaran la atención y que fueran legibles, cosa esta última que en ocasiones no se lograba, debido a la tendencia artística del ilustrador. Además del vocabulario utilizado, también procedente del universo de la novela negra norteamericana (muerte, crimen, mujer, etc.), la tipografía también pretendía transmitir exotismo y novedad, que era lo que buscaba el usuario de este tipo de literatura. Por supuesto, el colorido era un requisito ineludible.

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Hay que tener en cuenta que los ilustradores eran unos jornaleros de la edición. Al igual que los escritores y los traductores, trabajaban al peso, a destajo, y para poder llegar a fin de mes sus jornadas de trabajo eran endiabladas y estaban mal remuneradas, por lo que tenían que realizar los encargos a toda velocidad. De la mayoría de ellos no han quedado apenas rastros biográficos.

Integración natural de la tipografía con la ilustración

Otra característica de los títulos era que se debían incrustar con naturalidad en la ilustración. Los dibujantes debían adaptar las tipografías a la orografía del dibujo, como una parte más de la ilustración, con lo que, en ocasiones, tenían que adaptar el tipo de letra a los elementos propios de la cubierta.

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En otras ocasiones la elección del tipo de letra venía condicionada por la supuesta localización del argumento de la novela o por el contenido del título, aunque eso llegara a entorpecer la comprensión. Sin embargo, su irregularidad y artesanía les otorgaban un extra de originalidad y encanto.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

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Paralelismo con la ilustración en el mundo del cine

Había veces en que el significado del título influía en la tipografía de forma directa, aumentando de esa manera el poder sugestivo del propio título y asociándolo a su significante. Aunque siempre ha sido un procedimiento muy utilizado en las tipografías, el uso artesanal nos recuerda a los enormes carteles de cine que anunciaban las películas en el siglo XX, cuando esos carteles formaban parte del paisaje urbano de las grandes ciudades. Algunos de los ilustradores de novelitas populares también colaboraron en ese trabajo y en las cubiertas de esta colección y de otras se pueden reconocer los rostros de algunos actores y actrices del momento.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Otra estrategia bastante utilizada era resaltar el título mediante manchetas, a modo de etiquetas. El resultado quedaba menos integrado en la ilustración de la cubierta, pero solía ser mucho más efectivo para la lectura de los compradores.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Al contrario que en el caso anterior, en otras ocasiones la tipografía se adaptaba perfectamente a la estructura de la ilustración, equilibrando el dibujo y ofreciendo la información de forma clara y artística.

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De los 251 números de esta colección no hay dos tipografías iguales

Y la riqueza de tipografías era infinita, solo dependiente de la imaginación y la técnica del ilustrador. En este caso la libertad de creación no tenía censuras legales ni cortapisas editoriales. De los 251 números de esta colección no hay dos tipografías iguales, todas son únicas y originales. Algunas están más trabajadas que otras o son más artísticas, pero todas son fruto del pulso creativo de un ilustrador.

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Por último, en algunos casos, pocos, utilizaron técnicas modernas como el collage, logrando fusionar una página de periódico con la ilustración de la cubierta y la tipografía dibujada en un alarde creativo e innovador para la época.

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Biblioteca Oro Serie Amarilla de la editorial Molino

También se producían tipografías manuales en los títulos interiores, como sucedió en la Biblioteca Oro Serie Amarilla de la editorial Molino, cuya colección en Argentina alcanzó los 370 números, de la cual hemos extraído los siguientes ejemplos.  En España aparecieron 344 números, ya que hubo pequeñas diferencias con respecto a los publicados en Argentina. Los ilustradores se encargaban del título interior y también de las ilustraciones que acompañaban al texto (entre 7 y 20, dependiendo del ejemplar). En los títulos interiores se intentaba simbolizar el contenido de la novela, utilizando elementos iconográficos propios de la novela policiaca, intercambiables y comunes a todo este género: mujeres, pistolas, coches, puñales, asesinatos, detectives, etc.

A veces firmaban las obras y otras veces no. La gran mayoría han quedado relegados al olvido. Era un colectivo muy heterogéneo: algunos habían estudiado en excelentes escuelas de Bellas Artes y otros eran autodidactas. Muchos combinaron esta labor con otras más artísticas y a partir de los años 60 también trabajaron para editoriales extranjeras, donde su labor estuvo mejor valorada.

De entre los 56 ilustradores que colaboraron en esta colección hemos elegido cinco, cuyas tipografías nos han llamado la atención por su originalidad o por su capacidad de sintetizar en una sola imagen toda una historia policiaca.

Desiderio Babiano Lozano Olivares (Madrid 1909-Barcelona 1996). En la guerra civil trabajó como cartelista para el bando republicano. Liberado en 1940, se trasladó a Barcelona, donde comenzó a trabajar como ilustrador para numerosas editoriales y revistas. Más tarde también colaboraría con la editorial francesa Hachette. Realizó las ilustraciones interiores de 24 números para la Biblioteca Oro.

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Vicente Roso Mengual (Vinarós 1920-Barcelona 1996). Comenzó su trayectoria profesional en 1943 y colaboró con la editorial Molino en los años 1947-1949 realizando las ilustraciones interiores de 9 números de la colección Biblioteca Oro. Trabajó como ilustrador para tebeos, como dibujante comercial y también se dedicó a la pintura artística.

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Eugenio Vicente, uno más de esos grandes ilustradores del género popular del siglo XX, del que apenas se dispone de información. Por sus trabajos todavía rastreables, sabemos que trabajó para la editorial HYMSA y que sus trabajos aparecieron en la revista Lecturas. También colaboró con la editorial Sopena. Para la Biblioteca Oro realizó las ilustraciones interiores de 32 números.

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Emilio Freixas Aranguren ((Barcelona 1899-Barcelona 1976). Contrario al caso anterior, este es uno de los ilustradores del que disponemos de más información. Con una gran preparación académica, comenzó a trabajar en 1921 para la revista Lecturas, con la que seguiría colaborando durante 36 años. Ilustró libros infantiles y románticos. En sus últimos años de vida se dedicó a la docencia. Hay publicada una biografía escrita por Salvador Vázquez de Parga. Para Biblioteca Oro realizó las ilustraciones interiores de 10 números.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Carlos Freixas i Baleitó (Barcelona 1923-Barcelona 2003). Hijo de Emilio Freixas, junto a él trabajó en la revista Lecturas. En 1947 se trasladó a Argentina para trabajar en la editorial Molino. Allí colaboró con la Escuela Panamericana de Arte. Regresó a España en 1955. Colaboró con la editorial Bruguera y continuó su labor de ilustración de láminas y libros. Durante sus últimos años realizó historietas para revistas de Estados Unidos, Holanda y Suecia. Muy prolífico. Realizó las ilustraciones interiores de 24 números de Biblioteca Oro.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Hubo otros menos fecundos, pero no por ello menos innovadores:

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Miguel Gayo Pérez (Madrid 1925- 2001 Quito Ecuador).

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Roc Riera Rojas (Barcelona 1913-Castelldefels 1992)

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolasRafael de Penagos Zalabardo (Madrid 1889-Madrid 1954)

 

Letras capitulares destacadas para comenzar los capítulos

Por último, encontramos también tipografía artesanal en los propios textos. Muchas colecciones utilizaban letras capitulares destacadas para comenzar los capítulos y así acentuar el carácter de entretenimiento de estas publicaciones. La inclusión de letras capitulares acompañadas de pequeñas ilustraciones motivaba más a los lectores de este tipo de literatura, pues daba la sensación de una lectura más rápida y relajada, similar a lo que ocurre hoy en día con los cómics o relatos gráficos. En este caso los autores de las ilustraciones eran totalmente anónimos y los iconos gráficos volvían a ser elementos relacionados con el género policiaco. Este procedimiento también se llevó a cabo en las primeras ediciones de las revistas pulp norteamericanas de los años 20, aunque luego su uso fue decayendo, suponemos que por recorte de gastos en las editoriales.

En este apartado los ejemplos más claros y atractivos los hemos encontrado en cuatro colecciones. En todos los números de estas colecciones se compartía la misma tipografía.

INTERPOL (1955-56). Editorial Dólar, publicaron 25 números. Todos del género policiaco.

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JAGUAR (1950-51). Editorial Alhambra, publicaron 26 números, mezclando aventuras y policiacas.

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LUCHADORES: PAT MORGAN (1947-49). Editorial Cies. Publicaron 12 números de temática policiaca.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

F.B.I. (1950-1974). Editorial Rollán. Publicaron 1.220 números de género policiaco.

Diseño tipográfico en las primeras novelas negras españolas

Todas estas tipografías ilustradas, tanto en cubiertas como en los interiores, contribuyeron a que el género policiaco alcanzara un auge inusitado de 1950 a 1975, con la publicación de unas 150 colecciones y unos 10.000 libros. Es de justicia que reconozcamos la labor de esos dibujantes que sudaron tinta para el disfrute de los lectores. Este es un pequeño homenaje a su obra y en su memoria.