EL GRAN GATSBY PRUEBA SUPERADA

La de intentonas por llevar al cine la gran obra maestra del genio F.Scott Fitzgerald han sido muchas, en mi opinión reguleras casi todas. La noticia de que Baz Luhrmann iba a ser el encargado de intentarlo otra vez no era necesariamente buena. Odiado y amado a partes iguales Luhrmann se ha caracterizado sobre todo en su filmografía por demostrar un dominio apabullante de las artes visuales, rueda como nadie, monta y planifica como ningún otro, su factura es impecable, suele hacer castings impresionantes en sus pelis, dirige bien a los actores, les pone en aprietos y tesituras nunca antes vistas, pero falla. Al final falla, porque en el cine no todo es brilli-brilli, hace falta un guión sólido que sostenga todo ese horror vacui con el que pretende dejarnos extasiados.

EL GRAN GATSBY

Pero en el caso de El Gran Gatsby, hasta el exceso de metraje se le perdona en una cinta donde el pulso narrativo es formidable, no hay un segundo de relax para el espectador, ni siquiera cuando están tomando el té. Huelga decir que la factura (ya veas la peli en 2D o en 3D) es magnifica, quizás la mejor de su filmografía. El guión es correcto. Partamos de la base de que es imposible trasladar la magia que despierta en la imaginación del lector la novela original, intentarlo de por sí es una proeza, hacer de carne y hueso esos personajes es imposible. De ahí la sorpresa. Leonardo Dicaprio, que lleva Dicaprionizado absolutamente desde su papel en El aviador (recita, come, ríe, gesticula… exactamente igual, hasta para beber agua en todos sus papeles desde entonces, es un síndrome del que también es víctima Robert de Niro desde Casino, etc. Los ejemplos son innumerables), Luhrmann ha conseguido que Leonardo vuelva a ser otra persona, que te lo creas, trasmite fragilidad, ternura, sufrimiento, amor, humildad, es un nuevo Gatsby, distinto a los anteriores, pero a mí me ha conquistado.

EL GRAN GATSBY

Si encima de todo esto recuperamos al maravilloso Tobey Macuire y le damos el papel principal protagonista a esa criatura celestial llamada Carey Muligan, pues las dos horas que dura la película acaban resultando un caramelo delicioso muy disfrutable. Sólo hay que ponerle un pero, Baz Luhrmann sigue siendo un hortera de bolera con un gusto musical pésimo y unas intenciones incomprensibles en sus “fusiones” musicales, que sigue colándonos esos estridentes engendros de aprendices de raperos macarras intentando farfullar, sobre unas pretendidas bases dubstep imposibles de soportar, y todo ello SIEMPRE en medio de una fiesta en los años 30. No tenía gracia cuando lo hizo la primera vez, no tiene gracia ahora, ni la tendrá la próxima. Cada cosa en su contexto y si no, un poquito más de buen gusto, guapo. Por lo demás, prueba superada de largo.

“El Gran Gatsby” se estrena hoy, 17 de mayo, en cines.

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