EL ÚLTIMO TESTAMENTO
Una lectura de lo más apropiado para la Semana Santa: El Último Testamento, por James Frey.
El escritor americano vuelve a la carga más polémico y provocador que nunca con su Mesías underground

¿Qué harías si descubrieses que el Mesías vive hoy en Nueva York? Esta es la respuesta que James Frey intenta responder en su novela más reciente, El Último Testamento (Mondadori), una obra de ficción que fluye tan rápido que casi se escapa entre los dedos del lector. El autor americano que conoció la polémica con su libro En mil pedazos, regresa al campo de batalla con una novela profunda, dinámica y redactada en frases breves y vibrantes que resuenan, que hacen eco. La historia se articula desde la perspectiva de varios personajes que narran sus encuentros y relaciones con Ben Jones, el Mesías, un personaje polifacético y complejo que provoca reacciones de lo más variopintas, eso sí, siempre intensas, en aquellos con los que se cruza en su camino. Los propios personajes describen sus vidas y cómo se encontraron en un momento concreto del tiempo y el espacio con Ben. Habla su madre, su hermana, su hermano, gente de la iglesia, conocidos… todos y cada uno de ellos ven en él algo especial, algo sobrenatural que no saben explicar o que, simplemente, es demasiado complejo y peligroso.

Ben vive en un apartamento de mala muerte en Nueva York y consigue un trabajo como guardián en una obra. Un día, un desafortunado e inexplicable accidente casi acaba con su vida. Tras varias ‘resurrecciones’ en el hospital por parte del equipo médico que ya lo daba por muerto y varios meses en coma, su familia lo encuentra. En este punto, el autor comienza una retrospectiva para situar al personaje en su entorno familiar, del que había sido excluido hacía años. A partir de aquí, el lector comienza a ver al Mesías. Las interacciones de los miembros de su familia y de otros visitantes con Ben no responden a una naturaleza del todo humana.

Ben es el segundo hijo de una familia judía y su padre nunca lo reconoció. Su hermano mayor, Jacob y su hermana pequeña Esther, son fruto de las relaciones íntimas entre sus padres; Ben no, o al menos eso dice el que en la novela será su padre, que mantiene que su esposa debió acostarse con otro hombre que la dejó embarazada de Ben, que además no se parece a ningún miembro de la familia. Esta discordancia entre los personajes provocará que Ben adolescente sea echado de casa y desaparezca durante años de la vida de su madre y hermanos.
Podría dar la impresión de ser un libro de ciencia ficción, pero no, no lo es. Es una novela muy cercana a la realidad con un toque no sé si de religiosidad, de anti-religiosidad o de los dos a la vez. Pocas novelas recogen la intensidad de las relaciones humanas como El Último Testamento y casi ninguna da una visión de las creencias religiosas como ésta.

Ben es un tipo más o menos corriente, pero con un toque especial. Un hombre que se acuesta con otros hombres, deja embarazadas a mujeres, ayuda a morir a los moribundos y sana a los enfermos. Un Mesías underground. James Frey es un buscador de polémica y un maestro de la narrativa. El descaro vive en cada uno de sus párrafos, no podría ser de otra forma. El autor habla siempre desde la provocación, para muchos casi desde el insulto. Ha sido denunciado por sus lectores y abandonado por sus editores y esto parece haberle dado fuerza para volver incluso más poderoso al terreno de las letras, que es lo que mejor se le da. El americano puede presumir de haber sido traducido a decenas de idiomas y de su reconocimiento internacional como uno de los pocos autores de culto vivos.

Esta novela no pasa desapercibida. El planteamiento es tan profundo, tan difícil de creer y tan real a la vez que ni el más agnóstico de los lectores se queda indiferente. Frey se columpia de un lado al otro del fino abismo que separa la realidad de la ficción, que asusta a la vez que atrae. El abismo que invita a seguir leyendo. El objetivo del autor es ‘crear una nueva mitología’. Contextualizar al Mesías, o Cristo resucitado, en los tiempos que corren e intentar imaginar cómo sería esa persona, cómo se enfrentaría al día a día en una ciudad como Nueva York, que no deja de ser una ciudad como cualquier otra. Un Mesías en un mundo de armas nucleares, Internet, manipulación genética y en el que la homosexualidad no es una elección.

El Último Testamento combina el judaísmo y el cristianismo con numerosos pasajes bíblicos. Además del poder la invención y el ingenio, existe tras cada capítulo una larga tarea de investigación para hacer coincidir la realidad ficticia del personaje con ciertos pasajes de las Sagradas Escrituras. Si James Frey no consigue la reacción del lector, la polémica, el debate y la provocación, entonces, nadie lo conseguirá.