EL VIAJE A NINGUNA PARTE

Entrevistamos a Tamar Novas, uno de los personajes del taquillazo teatral de esta temporada. ¿Te apuntas a la tourné?

Comenzamos el fin de semana apostando por el teatro patrio por encima de todas las cosas. Este fin de semana se despide de Madrid ‘El Viaje a Ninguna Parte’. Obra de Fernando Fernán Gómez llevada a las tablas del Valle Inclán por la directora Carol López, según la versión de Ignacio del Moral. Un chapuzón en el tiempo por aquellos profundos años 50 donde una compañía de teatro intenta seguir sobreviviendo pese a verse predestinada hacia una muerte ya fijada, mientras se enfrentan a la decadencia, frustración y tristeza del momento con grandes dosis de picardía y humor.  Cómicos entre los que destacan Miguel Rellán, Olivia Molina, Antonio Gil o Tamar Novas, entre otros, que escenifican por vez primera un texto de Fernán Gómez, auténtica crónica maestra de aquel tiempo en el que la pasión de la profesión por subsistir era el motor que les animaba a seguir persiguiendo sus sueños . Entrevistamos al actor santiagués Tamar Novas, en este su último trabajo, un papel que nos brinda un particular ‘ángel exterminador’ y un personaje que nos resetea la memoria y nos pone el marcador a ‘0’ para que su Carlitos nos robe la sonrisa, el aplauso y la lágrima desde el principio al fin del relato.

¿De qué va la obra? ¿Quién es Carlitos? El periodista Ignacio del Moral hablaba del papel que hago como el de un ‘ángel exterminador’. ‘El viaje a ninguna parte’ es la historia de una compañía de teatro ambulante en la posguerra (años 50) y ese concepto de ‘exterminador’ hace referencia a mi personaje (Carlitos). Lo que representamos es un extracto que se ha hecho, dado que no es la historia entera de ‘El Viaje a Ninguna Parte’ original. Mi personaje llega de Galicia a Madrid, liado por su madre ennoviada con un asturiano del que toma, quizá su acento peculiar (que no se extrañen ni gallegos ni asturianos). Está en una edad entre la niñez y el ser adulto. La madre le ha mandado porque se va a América y le deja en la compañía teatral de su padre (al que no conoce) y donde también trabaja su abuelo. Allí le adoptan incorporándole al elenco de actores en el papel de galán, el galán joven. Desde que llega Carlitos parece que precipita una fractura en el grupo, no por él, sino por las circunstancias. La metáfora que arrasa con todo. La obra es en definitiva los recuerdos de un Carlitos ya adulto sobre este episodio de ‘ruptura familiar’ que en este caso, no es solo su familia sino una compañía de teatro.  Es una obra para divertirse, donde el público entra en el juego, se emociona, viaja, hay personajes maravillosos y a quien le haya gustado la película o aún no la haya visto, pues qué mejor manera de iniciarse.

¿Cómo te llegó el papel y cómo fue la preparación? Una compañera me comentó que estaban haciendo pruebas para la obra y se lo comenté a mi representante. Creo que al principio estaba propuesto para el papel pero no me llamaron de primeras, ya que quizá me veían algo mayor para el personaje. Fue en una segunda ronda cuando me volvieron a llamar. De ese momento recuerdo que tenía la novela en casa. No me la había leído y es curioso porque la abrí y tenía una dedicatoria de Mabel Rivera, la actriz que hizo de mi madre en ‘Mar Adentro’ y ponía algo así como: ‘A mi hijo, que tengas un magnífico viaje’‘. Me hizo gracia. Seleccioné un par de páginas para hacer la prueba, me intenté acercar físicamente a cómo pensaba que sería mi papel y me escogieron. La película la recordaba pero en cuanto a vi a Gabino Diego, no quise seguir viéndola para no estar condicionado por el buen trabajo que hizo. Creativamente quizá nos hubiera limitado.

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¿Qué es lo que más te llama la atención del texto? Me he leído la novela por trozos durante los ensayos y lo que más me gusta son los diálogos, mucho más que lo bien construidos que están los personajes. Se nota que Fernando Fernán Gómez tenía muy claro su imaginario, pero mucho más lo que se tenía que decir. Nos dio pena descartar frases, palabras… y es que la obra es una partitura perfecta. Se nota la mano de un actor tras el texto. Pese a hablar de un tiempo muy concreto y de unas personas muy particulares, es verdad que hoy resuenan temas del texto como la cultura, la agonía de la misma… Tiene un espíritu que es contagioso. Una vitalidad, una manera de ver las cosas con esperanza pero a la vez con resignación. Es incluso un poco quijotesca, muy divertida.

¿En qué hemos cambiado en todos estos años con respecto a la novela? Hay ciclos en los que esto se pone más de manifiesto o que lo más miserable de una sociedad se pone más de relieve y creo que ahora eso mismo está pasando. El personaje de Miguel Rellán, el abuelo, tiene un momento en el que dice: “¿pero también el gobierno está contra nosotros?, ¿qué le hemos hecho nosotros al gobierno?”.  Suena muy actual, ¿no? Los cómicos ambulantes de esta obra son vagabundos, no tenían donde caerse. Por fortuna eso sí ha cambiado, aunque la cultura parezca que actualmente no importe.

¿Qué se siente al trabajar en una obra de alguien con el que se ha trabajado previamente? Trabajé con Fernán Gómez en mi primera película, ‘La Lengua de las Mariposas’. Fue el primer actor que yo conocí en mi vida y lo he tenido muy presente en mi carrera como persona clave de nuestra cultura, pese a que haya quienes quieran retirarle el nombre a su teatro. Saber que empecé junto a él y ahora vuelve a aparecer en mi vida, me da un sentido y confianza de que quizá algo se está haciendo solo.

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¿Te sientes privilegiado? Sí. Me gusta pensar que yo me habría dedicado a esto más allá de que hubiera surgido por casualidad pero las oportunidades te tienen que llegar. Tienen que coincidir los tiempos. Hay una parte misteriosa y una parte de azar en esta profesión.

¿Qué se siente al subirte a un escenario? Para mí ha sido distinto cada vez. Lo que más me nutre es esa sensación de que se acaba de que ya no va a volver a ocurrir. ¿Por qué antes de salir a escena lo paso tan mal y después todo eso desaparece? Es como si nos estuviéramos preparando para la muerte, para aquello que se acaba. En la obra se dice: “un día nos vamos a morir, nos queda la memoria”. El teatro tiene esta exclusividad en esa sensación. En el cine todo queda grabado, en el teatro se consume y ya está.

¿Piensas que un actor no es un actor verdadero hasta que no hace teatro? No creo que haya una verdad objetiva sobre eso, pero yo siempre sé que he querido, no sé si consciente o inconscientemente, estar sobre un escenario. Si me visualizo hace 2 años, ni me imaginaba que pudiera estar disfrutando tanto en el Valle-Inclán. Me apetece mucho hacer cine y tele, pero es verdad que ahora sobre el escenario, con un buen texto y unos buenos compañeros, la sensación es de las mejores que he tenido.

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¿Qué piensas de las nuevas maneras de financiar el cine: el crowdfunding? Es una respuesta a una necesidad de contar historias. Por una parte me da pena que no haya unos cauces más fáciles, pero me da esperanza  puesto que aunque nos quiten esto o lo otro, si quieres contar una historia habrá una manera de sacarla adelante. Aunque no deberíamos olvidar que hay un oficio que se está perdiendo,  una profesión que se está maltratando. Si no hay una cultura de proteger la cultura, ¡apaga y vámonos! Tenemos una visión equivocada y es un tema muy complejo. En mi caso, me gustaría que si tengo que contar una historia me mueva la necesidad de contarla y no de ganar dinero.

Tras tu última nominación a los Premios de la Unión de Actores, ¿qué opinas de los galardones? Me dieron el Goya hace 10 años y el Premio de la Unión de Actores. Fue un voto de confianza,  toda una responsabilidad. Siempre me gusta tener presente los motivos de cada premio y he querido formarme en todo lo posible para ser un mejor actor cada día. Nunca me dan tranquilidad porque hay que seguir luchando por más papeles.

Rubén Ochandiano y ‘Animal’. ¿Qué suponen en tu carrera? Rubén y yo nos conocimos en la peli de Almodóvar, ‘Los Abrazos Rotos’ y nos llevamos genial. Hubo varias ocasiones que estuvimos a punto de trabajar juntos, pero no coincidían fechas. Justo el año pasado se dio el momento, los compañeros (María Vázquez y Alejandro Casaseca), el espacio (La Casa de la Portera) y el texto y estuvimos 3 meses teniendo gran éxito. Una muy buena experiencia. La Casa de la Portera es de las cosas más importantes que aparecieron el año pasado y creo que el espacio da para que haya propuestas más novedosas. Una experiencia medio voyeur en el que te salpican las emociones, es una experiencia bastante heavy. Como actor me apetecía probar esa sensación de tener una intimidad directa con el espectador y ‘Animal’ fue una buena excusa para dar rienda suelta a ese experimento personal y profesional. Era una historia difícil de contar, arriesgada pero tuvimos el apoyo del público. Rubén es un animal.

Vuelves al cine este mes de abril con la ‘Playa de los ahogados’ Sí, si no ocurre nada de estas cosas que suelen ocurrir y cancela todos los planes. Gerardo Herrero vuelve a contar conmigo para esta historia que me apetece mucho. Un papel pequeño pero al que me muero de ganas de dar vida por poder trabajar de nuevo con él y con Carmelo Gómez que me encanta tanto.

¿Próximos proyectos? Sigo trabajando con Juan Carlos Corazza y con otras personas que se han incorporado. Estamos trabajando en un taller, investigando, entrenando con otras obras de las que de momento no se puede contar nada. Tendrá un espacio que se abrirá al público y quizá con el tiempo, si Juan Carlos lo ve factible, se llevará al escenario de una manera más usual…, como obra. De momento es como un laboratorio.

¿Qué haces cuando no actúas? Estuve hace dos años en Nueva York (3 meses) y al volver vi que las cosas estaban igual de paradas. Empecé a estudiar todo lo que pude, a potenciar otras facetas de mi vida y a buscar otras opciones que llevar por mi cuenta. Surgió la obra de Rubén, el tour por Chile…, lo que me dio continuidad como actor. Cuando hay vacío en esta profesión, que es lo más normal, empiezo a buscar en lo que más me interesa y luego ya toca sobrevivir.

¿Trabajarías en el extranjero? Cuando me fui a Nueva York me fui por lo mucho que me gusta la ciudad. Sí que me encantaría poder vivir fuera, incluso trabajar en una ciudad como esa pero es difícil y se tienen que dar las condiciones para ello. Ahora vivo en Madrid y la vida en Malasaña es de lo que más me gusta, con lo que más disfruto.

EL VIAJE A NINGUNA PARTE

¿Piensas que un actor debe ‘mojarse’? Que cada uno haga con su vida y con sus púlpitos particulares lo que considere oportuno. Yo tengo mi forma de actuar y ya está. También es verdad, que en ocasiones se nos asocia con unos determinados actores o unas determinadas personas que tienen una repercusión mediática. Hay muchos que no salen en la tele, que no van a los Goya. Un actor no es el que sale en la tele diciendo ‘No a la Guerra’ pero es una buena distracción para lo que de verdad está ocurriendo.

¿Qué te gustaría hacer y aún no has hecho? Estoy contento con lo que voy haciendo y seguramente si no hago cosas que me apetece es que aún no las quiero lo suficiente. ¿Alguna fantasía? Me encantaría dirigir. He tenido mis experiencias cuando estudiaba audiovisual e incluso Corazza me dio la oportunidad, cuando estaba formándome, de tocar un poco el tema de la dirección y la puesta en escena. Me gustaría dirigir, poner ojo en la música y como cosas más banales, me gustaría trabajar con Woody Allen o con los Coen. Trabajar con Bardem también ha sido uno de los recuerdos más gratificantes que tengo o con Pedro Almodóvar y Alejandro Amenábar. Son verdadero maestros.

¿Dónde te ves dentro de 10 años? Vivo más el presente. Me gustaría seguir en familia, rodeado de buena gente. Suena a tópico pero es la verdad, eso es lo más importante en mi vida.

‘El Viaje a Ninguna Parte’ se representa en el Teatro Valle-Inclán hasta este domingo 6 de abril. ¡Vayan a verla!

Fotos: David Ruano