HARUKI MURAKAMI VOLVER A EMPEZAR (SIN AMBICIÓN NI ESPERANZA)

Baila, baila, baila (Tusquets Editores) es una de las novelas más tormentosas del escritor japonés Haruki Murakami. Una exposición de la introspectiva más oscura de un personaje al que no se le ofrece la posibilidad de pasearse por la vida con rumbo, que alcanza un futuro ya presente mientras acepta su anclaje al pasado. Cuando se habla de prosa japonesa en el mercado editorial internacional, el potencial lector tiende a identificarla con la delicadeza, la sabiduría, la historia y los intrincados detalles de una civilización que cada vez se acerca más a Occidente, pero que se tiende a mantenerse en sus trece cuando se refiere al arte y las letras. El caso de Murakami es un muy peculiar. Es sin lugar a dudas, el escritor japonés de mayor proyección internacional, con una fuerte influencia musical y un gran impacto mundial en el campo de la literatura. No sin la delicadeza del arte oriental, pero siempre teniendo en cuenta el determinismo y el desarraigo de las culturas más occidentales, Murakami es un maestro cuando se trata de mezclar polos opuestos y obtener un resultado original y difícil de catalogar. Murakami no es Kawabata o Mishima, tampoco Easton Ellis o Fante; el japonés es todos y ninguno a la vez y lo consigue con tal maestría que las fronteras entre la prosa de la low-life americana y la belleza harmónica del espíritu japonés se diluyen sin encontrarse -porque no hay nada que encontrar cuando todo esta perdido.

Baila, baila, baila arranca con las lagunas mentales de quien lo ha perdido todo. Un breve viaje al pasado de un protagonista sin nombre que descubre a un hombre de 34 años que recapitula un divorcio, la muerte de un gato, la de un perro y el abandono de varias amantes –también sin nombre- en un corto período de tiempo. Y un hotel, el Delfín, un misterioso lugar en el que se alojó durante una semana hace ya varios años; en el que fue abandonado y al que regresará buscando respuestas y esperando encontrar a aquella chica que siente le está buscando. Murakami, como de costumbre, presenta a un protagonista atormentado con su propia existencia en una sociedad capitalista en la que no parece encajar demasiado. Es una delicada alma rota oriental en el medio del Sunset Strip en Las Vegas; de pie, desnudo, expuesto y en peligro de ser atropellado en cualquier momento por una apisonadora sonriente. “Algunas personas me consideran más memo de lo que soy en realidad, y otras me estiman en mayor medida de lo que valgo”.

HARUKI MURAKAMI

La decepción, el fracaso y la derrota consciente, aceptada, muestran a un personaje que no llora, que no se desespera, que acepta, mira hacia abajo y no intenta ni avanzar ni retroceder. Simplemente no se mueve; se encierra en su piso a ser. “Tan sólo me sentaba en el suelo y le daba vueltas al pasado. Aunque parezca extraño, hacer lo mismo durante seis meses no me aburrió ni me causó hastío”. Es como un personaje de una alta capacidad intelectual que se sitúa más allá del bien y del mal nietzscheano a esperar, que no piensa, no decide, no traza un plan, un objetivo. Una persona que ha aterrizado en este planeta para observar. Un paciente tranquilo o un lobo estepario al estilo de Herman Hesse. Tras su reinserción social como lo que él denomina ‘quitanieves cultural’ –escritor de artículos poco valorados, con poca o ninguna relevancia en folletos y revistas- el protagonista se toma un mes libre y regresa al Hotel Delfín en busca de respuestas, queriendo cerrar las puertas del pasado que le mantienen en un limbo mental. Todo se convierte en un misterio cuando encuentra el hotel, ahora transformado en la “base secreta de la guerra de las galaxias”. El Delfín ya no es la pensión cochambrosa que le acogió hace años, sino una torre de lujo cargada de historias extrañas en la que todo el personal se muestra reacio a proporcionarle respuesta alguna. Baila, baila, baila recoge la esencia de la prosa del Murakami original, no demasiado infectado por Occidente, no demasiado anclado en Oriente. Es una novela que se desarrolla en ese espacio intercultural que mueve los hilos sentimentales de cualquier lector del planeta y que no ayuda a entender, pero sí pone de manifiesto las complicaciones de la sensibilidad humana y las interactuaciones sociales. Murakami relata un viaje al pasado, un paseo ensombrecido por la incertidumbre, por la falta de respuestas que se convierten en un fantasma hambriento, frenético y a veces delirante. Un paseo mental irreal por una realidad que se muestra tan ajena que no permite perspectivas personales, aunque la única vía de escape sea tan personal como el recuerdo.