Ay, Lavapiés, the times they are a-changin’… Pero nos adaptamos, qué remedio. Por eso acudimos con ilusión a testar la transformación del Mesón O’Barquiño —¿os acordáis? — en bareto adaptado a los nuevos aires del barrio más cool del mundo, ya sabéis de lo que hablamos. Y resulta que La Esperanza Bar nos dio lo que le pedimos: diversión… y buenos alimentos.
La Esperanza Bar, el tapeo de moda en Lavapiés
Para los despistados, ponemos la chincheta en la esquina que forman Torrecilla del Leal con Olmo, con el Cine Doré justo a la espalda coronando la montaña que dibuja Lavapiés y su laberinto. El bar, erigido tras poco más de un año abierto en todo un hervidero de moda, es más de lo que parece. Tras el proyecto, la gente de Triciclo, Javier Goya y Ferrán Blanch, y Mario Álvarez. Hmmm, la cosa ya huele bien.
De entrada, guiños serigrafiados a la tasca inmortal de gamba plancha y vermú de grifo. Si el gentío lo permite —el fin de semana esto es la guerra— y nos podemos abrir paso en su barra tumultuosa, se descubren los principales detalles añadidos, más allá de su decorativo olivo de los deseos: terrazo italiano, mostrador de teselas brillantes y taburetes mullidos. Old fashioned style circa 70’s. Abajo espera un espacio más tranquilo, en plan coctelería o cueva íntima para comer sentado.
Corren las cañas, los cubalibres y —oh, sí — las mezclas más impepinables: Margarita o Margarita Frozen, Manhattan, Old Fashioned (si se quiere, con ron), Ruso Blanco, Screwdriver (con zumo natural recién exprimido, si no abandonaríamos la sala), Daiquiri Frozen, Bloody Mary… Como mucho a 9 euros la referencia más cara.
Y corre en abundancia también el grueso de una carta viajera, pero con el ancla echada en el Mediterráneo. Del tapeo, unas bravas de órdago, una bomba de la Barceloneta, unas croquetas de pollo al carbón o con chorizo, unos mezzes, unas anchoas de la Escala, un chicharrón de Cádiz aliñado, unos mejillones en escabeche casero, unos boquerones en vinagre o unas ostras guillardeau.
Del expositor de quesos y embutidos, un Mahón curado, un Ronda cabra en AOVE o un Comté 24 meses. Y una mortadela trufada, un fuet artesano o una sobrasada de cerdo negro. ¡Oiga, pues qué tasca más ilustrada! Se luce La Esperanza Bar con la brasa, sacando carabinero gordo, secreto ibérico, butifarra con judías Santa Pau y alioli, por citar algunos ejemplares. También se empeñan en las ensaladas, que me las prohíbe el médico pero que aquí tienen la gracia de la flor de alcachofa, del remojón malagueño, de la ensaladilla rusa con ventresca, de la dakos griega o de la zuchini con burrata. Y en ciertas pastas y arroces, con el de montaña emplazándonos para la próxima visita.
Otras variantes de la generosa carta de La Esperanza Bar son sus entrepanes, desde la hogaza de camembert a la coca mallorquina o el sándwich de pastrami estilo Katz’s, y sobre todo sus guisos, con el pisto (con huevo, morro y pata de ternera) como sí o sí, las albóndigas griegas de cordero con tzatzi, cebolla, cilantro y menta, el bacalao con garbanzos, butifarra negra y espinacas, las mollejas de ternera con gambas y salteado pak choi y el suquet de rape y gambas. Ojo con las medias raciones, que de medias tienen poco.
Mejor no ser tímidos con el vino y recurrir a etiquetas poco habituales, de allí y allá, a pesar de que el horario non-stop nos lleve por el camino del destilado para digerir tan gratificantes alimentos y empezar cuanto antes la fiesta. Siempre con esperanza.
Fotos: La Esperanza Bar y Miguel Á. Palomo
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La Esperanza Bar
Calle de la Torrecilla del Leal, 3, Madrid
Tel. 915 28 25 42
laesperanzabar.com
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