Santiago Mitre plantea su particular mirada sobre la militancia desde la posición política
Películas en las que una persona acomodada pretende dar un giro a su vida, dejándolo todo y ejerciendo un “menos es más” son muchas desde que el cine es cine pero quizá si este argumento tipo se enmarca en un enclave de claro desnivel e injusticia en el que vivimos, el tema adquiere un plus como perfecto documento audiovisual de la realidad de nuestro tiempo. Paulina es aquí una joven comprometida que deja su trabajo de abogada en Buenos Aires para dedicarse a la docencia en un entorno rural donde se enfrenta a la marginalidad de un ambiente violento. Tras ser violada, en sus primeras semanas al frente de la escuela, Paulina decide seguir trabajando allí movida por sus convicciones políticas como idea del perdón pero luchando contra la opresión. Unas maneras que nos recuerdan a La Patota de Daniel Tynaire, película que abiertamente se inspira y homenajea la cinta del cineasta Santiago Mitre. Un drama que teniendo en su haber dos premios en el Festival de Cannes y otro en el de San Sebastian nos ofrece una interpretación magistral de la actriz Dolores Fonzi que realiza un retrato absolutamente desgarrador de lo que supone ser mujer indomable frente a la miseria más cruel y fanganosa. Una película que podríamos incluir entre las nuevas historias de cine político que llegan sacudiendo la realidad y que no solo pretenden hacer análisis de la situación sino ser preciado material que levante ampollas y que lleve a que nos preguntemos, ¿hasta cuándo con tanta barbarie? Verdaderamente brillante.