ROBINSON EN SU ISLA. TENERIFE DESIGN FESTIVAL 2011
por José María Faerna
La tormenta arrecia, pero hay quien sigue saliendo a la calle sin esperar a que escampe. Es el caso de Yapci Ramos y Samuel Cabrera, dos canarios establecidos en Barcelona que, además de dirigir su propio estudio (CTDN NoQuietDesign), promueven desde 2009 el Tenerife Design Festival en su isla natal. En las dos ediciones anteriores hubo dinero de las instituciones locales; esta vez ni un duro, solo la cesión de los espacios en Santa Cruz: el Museo de la Naturaleza y el Hombre y el fantástico y polivalente TEA de Herzog&De Meuron, un edificio fantástico que funciona como una verdadera extensión del espacio público bajo techo, abierto y accesible a todos 24 horas al día y 365 días al año. A veces, esas arquitecturas-icono que tan mala prensa tienen ahora justifican con creces cada céntimo del dinero que han costado.
El TDF organiza durante una semana –este año solo cuatro días, del 13 al 16 de octubre, que los recortes también son tendencia– talleres con diseñadores de los que merece la pena aprender, conferencias y actividades divertidas en torno al diseño en sentido amplio, como un show-cooking de paellas de cuatro colores –muy ricas, por cierto– o un minifestival de cine futurista añejo: el 2001 de Kubrick, Barbarella, Dune y cosas así.
Lo mejor son los talleres. Por ellos han pasado en años anteriores gente como El Ultimo Grito, los austriacos de Walking Chair, Nacho Carbonell o Héctor Serrano. La propuesta de este año estaba a la altura: Curro Claret, Luis Eslava o Borja Martínez de LoSiento. Además de algunas propuestas sorprendentes, como el taller de diseño con algas de la finlandesa Mia Mäkelä o el de fabricación de hidrófonos –dispositivos para grabar sonidos bajo el agua con los que luego hacer música– del artista audiovisual Juan Matos. La marca de la casa, acuñada por el TDF desde su primera edición, es interactuar con recursos propios de la isla, arreglárselas con lo que uno tiene a mano. Al fin y al cabo, en estos tiempos de estrecheces, todos somos robinsones en una isla, aunque sea global y no siempre goce del suave clima subtropical de Tenerife. Estas son algunas de las cosas que nos interesaron.
Arriba: fotografía de Estafanía Cabrera
Luis Eslava. Segunda oportunidad
El diseñador valenciano ya había ensayado la fórmula antes en un taller en México. Utilizar objetos arrumbados o aparentemente inservibles es algo más que la operación técnica de reciclar, es ampliar su significado, darles nueva vida para que sean otra cosa sin dejar de ser lo que eran. Unos listones de madera forrados con cinta de vídeo pueden construir una tumbona sorprendentemente sólida y con un enigmático brillo tecnológico. El descubrimiento de que el diámetro interior de un rollo de cinta americana es el mismo que el de una lámpara desechada puede ser el origen de una insólita luminaria que se pega a las paredes y encierra propiedades decorativas tan estimulantes como las de la legendaria Sticky Lamp de Droog Design.
Arriba: fotografía de Estafanía Cabrera
Arriba: fotografía de Estafanía Cabrera
Curro Claret. Con la hoja de la platanera…
En Canarias la llaman badana. La artesanía popular de las islas la utiliza para tejer canastos, pero Curro Claret decidió indagar sus posibilidades para hacer complementos de moda e incluso vestidos. A Curro, acostumbrado a inventar fruteros con redes de naranjas o estanterías con unas cartelas y cajas de frutas, cosas como producir una minicolección en tres días utilizando solo este material autóctono no le asustan. A los alumnos de moda de la Escuela de Arte local que trabajaron bajo su dirección, tampoco. El resultado, a caballo entre Carmen Miranda y Raquel Welch en Hace un millón de años, pide a gritos el cuerpo de Lady Gaga.
Arriba: fotografías de Estafanía Cabrera
Arriba: fotografía de Estafanía Cabrera
LoSiento. Papa don´t preach
¿Hay algo más canario que las papas arrugás? Borja Martínez, fundador del muy inquieto estudio LoSiento en Barcelona propone revisitar la tipografía con criterios estrictamente artesanales y orgánicos. Recuperar, por un lado, la estampación manual de los primeros tiempos de la imprenta y tratar la patata, por otro, como insólito material escultórico y poético. Tipos comestibles, paranoia crítica genuinamente daliniana.
Arriba: fotografía de Estafanía Cabrera
Arriba: fotografía de Estafanía Cabrera
Mia Mäkelä. Alga Lab
Sabemos del papel protagonista que las algas desempeñan en la propuesta gastronómica del chef danés René Redzepi y su restaurante Noma, herederos del trono de Ferràn Adrià y El Bulli en la cocina de vanguardia. Mia Mäkelä es una intrépida recolectora finlandesa de algas del Báltico. Le interesa su valor biológico, pero también sus posibilidades experimentales como materia prima para hacer textiles, alfombras, etc. Algas en Tenerife sobran, y el workshop propuesto aquí en colaboración con María Candelaria Gil Rodríguez a partir de especies locales sonaba en principio como uno de los más prometedores del festival. Lo cierto es que la investigación está todavía en fase muy primaria, y los procesos de tratamiento que necesitan las algas –lavado, secado, trenzado manual de los filamentos– son demasiado largos para unos pocos días de taller. Los resultados son aún poco vistosos, pero quizá algún día… Merece la pena ver el vídeo de su web. Sus imágenes submarinas se fundieron con los sonidos procedentes de los hidrófonos de Juan Matos en una curiosa jam session audiovisual y acuática previa a la clausura del festival.
Arriba: fotografía de Estafanía Cabrera
TEXTO: José María Faerna