UN DIOS SALVAJE

PELICULÓN DE POLANSKI. ESTRENO EL 18 DE NOVIEMBRE

Hace mucho tiempo que vengo sintiéndome más a favor de aquellos cineastas que hacen películas inigualables, de esas que ninguno de sus compañeros, ya sea a nivel técnico, artístico, emocional, intelectual o visceral pueden emular. Películas que cuando las ves piensas: “esto sólo lo puede hacer Roman Polanski”. Si ya se descolgó recientemente con una peli tan redonda como El escritor, ahora nos regala esta maravilla de film que desprende mala leche por los cuatro costados. Un Dios Salvaje recupera la tradición de las películas teatrales cuya acción transcurre en un solo escenario, de  manera bizarra y asfixiante y sin que puedas adelantarte a lo que va a ocurrir, y aunque está basada en una obra de teatro de Yasmina Reza (co-guionista de la película), recupera un género en sí mismo, una manera de hacer cine de antaño que se cimentaba en sacar el mayor provecho de un presupuesto ridículo, metiendo a todos los personajes en una habitación y supliendo la falta de medios con imaginación.

UN DIOS SALVAJE

Lo mejor de la historia que nos ocupa es que arranca desde uno de los macguffins más chorra que te puedas imaginar, una situación que en el mundo real da para incómodos minutos pero en el universo Polanski da para dos horas del mejor ángel exterminador que servidor ha disfrutado desde Buñuel. De aquí radica la segunda gran virtud de Un dios Salvaje, no estás seguro de estar asistiendo a una comedia o no, lo que ocurre no es divertido en absoluto, pero cada nuevo acontecimiento, altercado, ataque, o defensa vienen de una oleada de mala baba tan maravillosa que no puedes parar de reírte en toda la película, con ganas, viviéndolo y sintiéndote mala persona. Y despertar eso hoy en día en el aletargado espectador español, es conseguir mucho. Polanski sigue siendo el rey, y bajo su batuta se encuentran dos parejas de monstruos interpretativos, a mi juicio la pareja Kate Winslet-Cristoph Waltz gana por oleada (en química sobre todo) a un autocomplaciente John C. Reilly y una en ocasiones excesiva Jodie Foster. Peliculón.

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