ALBERT MADAULA

UNA HISTORIA SOBRE EL AGRIDULCE SABOR DEL ARTE
Érase una vez un niño cuyo entorno estaba rodeado de arte. Su idioma no estaba compuesto por palabras sino por dibujos; su principal alimento era la imaginación y su método de comunicación una mera revista impresa por una impresora casera propiedad de su tío. Érase una vez Albert Madaula, un chico creativo y soñador que ya desde niño apuntaba maneras y apostaba por el arte como forma de vida.
Este joven artista barcelonés tiene el arte incrustado en sus venas, tanto que podríamos decir que lo que corre por ellas es tinta y pintura, aderezados con altas dosis de creatividad subjetiva. A la temprana edad de 15 años comenzó sus andanzas en el mundo del diseño, fundando una trayectoria que no ha hecho sino cosechar frutos con el paso del tiempo. Revistas de difusión familiar y académica dieron paso a proyectos emprendedores y coworking con artistas como Carles B. Arnan; una unión que precedería a otros proyectos como Yeah! Fancine y Verage Studio -coproducido con la productora MMMind-, del cual, años más tarde, surgiría Georgeus Magazine.

ALBERT MADAULA

ALBERT MADAULA

Sus intentos por dedicarse a la fría disciplina de la arquitectura cesaron cuando se dio cuenta de que era un lado más humano de la vida lo que le movía y apasionaba. Así, “completamente obsesionado por los cuerpos humanos y sobretodo por sus miradas” la fotografía y la pintura fueron los ámbitos artísticos que le cautivaron y le hicieron definir su estilo. A partir de ello, su insaciable sed de conocer y recrear historias humanas le acercó a la magia del séptimo arte. Según palabras del propio Albert, la necesidad de ir más allá de una captura instantánea, de conocer el trasfondo de todos esos momentos plasmados en sus obras, hizo que viera claro lo que siempre había deseado, el cine, el cual “me intimidaba por ser un arte tan totalitario y por la madurez y responsabilidad que requiere el papel del director, pero que ahora veía posible, me sentía capaz de abordarlo y controlarlo, a la vez que lo sumaba todo, fotografía, música, arquitectura, diseño gráfico, interiores, política, sociedad, ideologías, trabajar en equipo y en la calle, etc… y todo eso girando alrededor de ese juego de miradas que supone siempre una película”.

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Con las zapatillas de andar por casa ya puestas, tras una búsqueda inquieta y frenética por definir su faceta como artista, actualmente este dulce niño se encuentra inserto en los preparativos de Limón, junto a María Bolta como coguionista; un corto independiente producido por Verage Studio –financiado con fondos del propio director y las posibilidades aportadas por el crowfounding- que espera comenzar sus grabaciones en noviembre de este mismo mes.
La primigenia y reticente pregunta de “¿qué es lo que quiero hacer?” ha desencadenado en un rotundo “¿qué es lo que voy a hacer?”.  A ello, Albert nos responde que espera “que su primer corto sea la primera de una larga historia cinematográfica. Villa Rosa es el largo que me gustaría  hacer si todo va bien después de Limón, y poder así tener un corto y un largo antes de los 30”. Un cuento con numerosos puntos y seguido, que promete seguirse escribiendo con esa sangre agridulce de tinta y pintura, que perdurará en sus venas como componente vital para seguir forjando y realizando sueños, ya sea a través del celuloide o de esas capturas y trazos con las que dio sus primeros y tímidos pasos, en un universo donde no es nada fácil llegar a ser quien es él hoy.

Texto: Nieves Muñoz

ALBERT MADAULA

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BEGA from VERAGE STUDIO on Vimeo.