Borja Flames

Hacia un nuevo paradigma en la canción pop.

Calificar una obra de “experimental” entraña sus riesgos, muy especialmente en el campo de la música. Los no familiarizados con el tema esperarán encontrar una sucesión de sonidos que no concuerdan con la idea preconcebida que se tiene de lo que debe ser una canción. Por eso, definir el primer trabajo de Borja Flames como música experimental es quedarse corto. Muy corto.

El músico español afincado en París se estrena en solitario con ‘Nacer Blanco’ (Marxophone, 2016), pero su trayectoria viene de lejos. Primero en la banda de corte garajero Tedium, junto con Abraham Boba, con el que más tarde repetiría en formato dúo en Belmonde. Ya con residencia fija en la capital francesa formaría June et Jim junto con Marion Cousin, donde se sumerge de lleno en la delicadeza de la canción francesa. Debido a todo este bagaje él mismo considera ‘Nacer Blanco’ no como su primer disco, sino más bien como su bastardo.

Esta inquietud musical se ve reflejada a lo largo de los doce cortes del álbum, donde en poco más de media hora de duración hay cabida para armonías clásicas, percusiones tropicales y africanistas, melodías pop, estructuras folclóricas y elementos tomados de las músicas primitivas. Un cóctel que puede resultar abrumador, pero del que Borja Flames sale airoso manteniendo el minimalismo como hilo conductor de todas sus composiciones. La melodía aquí es la reina, mientras que el resto de acompañamientos se ponen a su servicio, rellenando huecos, sumando capas, cimentando la estructura. Destaca un fervor especial por hacer de la voz el instrumento fundamental, y ya desde el tema de apertura, ‘El arte de la fuga’, se desvela el canon como recurso básico para conseguirlo.

Borja Flames

Este ejercicio de investigación sonora se complementa con una lírica en la que prima la búsqueda de la identidad personal (‘Lazos de familia’, ‘Ojo avizor’), la observación crítica del mundo que nos rodea (‘Acumulación’, ‘No hay país’), los paisajes costumbristas (‘Hoy cama’) y toda clase de imágenes oníricas que se crean a través de la repetición hipnótica de versos, similar a los trances conseguidos por los ritmos ancestrales que tan presentes están en cada una de las canciones.

El resultado de esta conjugación entre lo clásico y lo antiguo, la vanguardia y lo tradicional, la experimentación y lo establecido tiene como resultado final la apertura hacia un nuevo paradigma de canción pop, donde el término ‘pop’ se entiende como una conjunción de toda la sabiduría musical que el hombre ha ido acumulando a lo largo de su historia. Es este por tanto un disco experimental, sí, pero también accesible, cercano y fácilmente asimilable por contar con aquello que tenemos arraigado en nuestro interior desde tiempos inmemoriales.