Una noche en La casa del desierto

Esto es la crónica de un viaje especial, casi espacial, directo al corazón de un desierto. La intención era someternos a una experiencia radical de alojamiento, una especie de experimento sensorial que nos conectara como nunca antes con el entorno más hostil. Y con la vía láctea, ya de paso. Para ello teníamos que llegar hasta La casa del desierto. Llegamos, dormimos, no dormimos, escuchamos, no escuchamos, contemplamos y alucinamos. Experimento (a)probado.

Una noche en La casa del desierto

Que haya aparecido un objeto tan insospechado como una casa de cristal en medio de la nada tiene un culpable: Guardian Glass. Y esa nada es el desierto de los Coloraos de Gorafe, Granada. No es Arizona, no es Uzbekistán. Es Granada. El fin del mundo.

Una noche en La casa del desierto

Guardian Glass es una unidad de negocio de la multinacional Guardian Industries, a su vez subsidiaria de Koch Industries. Con sede en Auburn Hills (Michigan), es uno de los mayores fabricantes del mundo de vidrio flotado y de capa para arquitecturas exteriores e interiores. Así que de lo que se trata aquí es, principalmente, de exhibir sus materiales de altas prestaciones y demostrar su eficiencia en condiciones de contraste térmico. Testar el desafío que su vidrio —¡no es cristal, que siempre hay que repetirlo!— lanza a la naturaleza para “mejorar tu mundo de ventanas adentro”, mostrar “cómo se comporta en la vida cotidiana”, aunque lo que vivimos de cotidiano tenga poco.

Una noche en La casa del desierto

Y el escenario elegido para este reto sobrecoge. Un horizonte de cañones, cárcavas, depresiones. Las badlands, las (mal) llamadas malas tierras, uno de los lugares más adversos de Europa, sobre todo para una nochecita de placer al raso.
Estamos en la parte septentrional de la comarca de Guadix, una vez se atraviesa el parque megalítico de Gorafe y se consigue llegar por caminos pedregosos, con las coordenadas bien claras y el coche asegurado, hasta el borde del último barranco. Allí, dólmenes neolíticos atrás, emerge sobre el vacío una cabaña que parece traída del futuro o de un confín escandinavo ultrarracional, según. Contraste a lo bestia, más si lo comparamos con que en estos andurriales la gente excavó sus viviendas en la piedra viva. De la cueva a la caja de cristal, que no es la que imaginó la perturbada mente de David Lynch, pero… No, no sufriremos de claustrofobia, al contrario, esto no es Twin Peaks ni falta que nos hace.

Una noche en La casa del desierto

De primeras, eso sí, cunde el desconcierto. Como el chucho que olfatea algo nuevo. No somos los únicos. Hasta aquí llegan curiosos que, ante esta extraña visión, merodean la casa sin reparar en el impresionante paisaje que los rodea. Miran y remiran con medias sonrisas y sin demasiado pudor mientras los habitantes de la casa simulan dedicarse a sus quehaceres con falsa indiferencia. Bienvenidos a nuestro hogar, ¿queréis tomar un poco de zarzaparrilla en el porche?

Una noche en La casa del desierto

La intimidad es una ilusión, un estado mental. Dormir en un colchón en el suelo o ducharse sin cabina que valga en el hueco de la bañera. Aunque la estructura puede parapetarse con unas cortinas exteriores, el viento y el juego exhibicionista invitan a dejarla tal cual, abierta de par en par al mundo, a las montañas de la Sierra de Baza y a las miradas de voyeur. Aunque, ¿quién es el mirón aquí?

La casa del desierto tiene sus instrucciones de manejo. Para eso está Manuel, la persona de contacto que hace entrega de las llaves y ejerce de cicerone en este no-hotel que acaba de renovar su presencia efímera por un año más. Hay que desconectar la alarma, sensible al movimiento por todo el perímetro mediante haces de luz láser, desbloquear las puertas correderas (también de vidrio) con la llave electrónica, comprobar la vitro de inducción, los enchufes en el suelo, el funcionamiento del split que servirá de único sistema de climatización artificial, y el chorro del wifi. Todo en orden y listo para dar acomodo al huésped mientras los paneles solares de la cubierta, única fuente de la electricidad, no digan lo contrario.
Si La casa del desierto se quedara para siempre convendría pulir algunos detalles de hospitalidad, como la inclusión de una pequeña nevera para completar los agasajos de bienvenida, o de confort, como sustituir el split por un suelo radiante (que puede ser también eficiente) para el invierno. Pero lo importante es que el vidrio funciona.
Curioso: no hay un solo espejo en el lavabo ni en toda la casa. ¿Ninguno? Bueno, si no contamos el que recorre el techo y que refleja tanto el paisaje como… la cama.

Una noche en La casa del desierto

Diseño. Vidrio. Energía.
En la casa se ensamblan paramentos verticales completamente transparentes sobre una estructura de madera recubierta de espejo, como el techado sobre el que se instalan los paneles fotovoltaicos.
Han intervenido en el proyecto Spela Videcnik de OFIS Arquitectura (Gran Premio Europeo de Innovación 2006), los ingenieros de AKT II y los consultores energéticos de Transsolar. Todos convienen en que las limitaciones son parte de la misma arquitectura, la fuente más eficaz de inspiración. En los Alpes ese mismo estudio ha construido el refugio Skuta mientras Guardian Glass se ha involucrado también en el alojamiento flotante Punta de Mar junto con los arquitectos de Mano de Santo y KMZero, Open Innovation Hub del Grupo Martínez, que han instalado su prototipo en el Club Náutico de Denia.

Una noche en La casa del desierto

El material protagonista en La casa del desierto es el vidrio Guardian SNX 60, un nuevo material diseñado para filtrar los rayos UV. La unidad de acristalamiento de 6 cm de espesor soporta frío y calor, además de aislar los ruidos. Con este vidrio la temperatura media interior de la casa ronda los 22-24º. Deja pasar la luz, pero bloquea el 75% de la impresión térmica si fuera se superan los 30º. Las temperaturas se registran en tiempo real en una app con los datos que miden las dos estaciones meteo, una fuera y otra dentro de la casa. La búsqueda de la eficiencia energética, en su aspiración de mínima huella ecológica, se completa con un sistema de filtrado de aguas residuales.

Una noche en La casa del desierto

Datos técnicos.
Superficie: 20m2.
Distribución: 3 estancias (dormitorio, sala de estar-cocina y baño).
Superficie de los paneles fotovoltaicos: 26m2.
Capacidad del almacenamiento de energía: 18,2kWh.
Temperaturas aproximadas máximas y mínimas en el interior: 18º – 28º.
Rango de temperaturas en el desierto de Gorafe: entre 45º y -10º.

Una noche en La casa del desierto

*Fotos Guardian Glass LLC.

lacasadeldesierto.es