Nave en La Pau, así es el último proyecto de Atienza Maure

En una antigua imprenta reconvertida, situada en la cuarta planta de un edificio industrial de Sant Adrià de Besòs (Barcelona), el estudio Atienza Maure, junto con Giagchico, ha creado un espacio híbrido donde ahora conviven vida doméstica y trabajo.

Con un presupuesto muy ajustado y una lógica de autoconstrucción, la Nave en La Pau desafía los códigos tradicionales de la rehabilitación para ensayar una arquitectura técnica, expresiva y profundamente humana. Plataformas, pasarelas, acero, madera y hormigón dialogan con plantas, luz natural y cotidianeidad. ¿El resultado? Una nave que, sin renunciar a su origen fabril, se convierte en lugar para habitar y crear. Se ubica en el cuarto piso de un edificio industrial entre medianeras, sin posibilidad de abrir nuevos huecos ni añadir lucernarios, uno esperaría un espacio oscuro y estático.

Nave en La Pau, así es el último proyecto de Atienza Maure

Pero en la Nave en La Pau, el joven estudio barcelonés Atienza Maure desafía esa expectativa con una intervención sorprendente y económica que transforma una imprenta abandonada en una vivienda-oficina rebosante de luz, vegetación y matices espaciales.

Nave en La Pau, así es el último proyecto de Atienza Maure

Técnicas constructivas contemporáneas con una sensibilidad casi vernacular.

Fundado en 2018 por Alonso Atienza y Miguel Ángel Maure, ambos nacidos en Madrid en 1991 y formados en la ETSAM y en la EPFL de Lausana, el estudio concibe la arquitectura como una continuidad ecléctica y hedonista con el contexto local. Su aproximación combina técnicas constructivas contemporáneas con una sensibilidad casi vernacular: “Muchos detalles se decidieron con los clientes conforme avanzaba la obra, en un proceso abierto que potenció soluciones más interesantes que si hubiéramos cerrado todo desde el principio”, explican.

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Una premisa rotunda: adaptarse a un presupuesto de apenas 380 €/m².

La intervención parte de una premisa rotunda: adaptarse a un presupuesto de apenas 380 €/m². Con menos de 150.000 € totales para 450 m², los clientes –Agustín Iglesias y Giulia Amos, fundadores de Giagchico, empresa inmobiliaria y de creación– decidieron embarcarse en la autoconstrucción, junto al hermano de Agustín, Abel Iglesias. Así, más que una reforma, lo que emerge es una estrategia experimental de montaje in situ con sistemas prefabricados de acero galvanizado, paneles de contrachapado de abedul y elementos encofrados de hormigón blanco.

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Para evitar crear zonas oscuras, Atienza Maure propuso una planta abierta.

La nave, de 39 metros de fondo, recibe luz natural solo por sus fachadas norte y sur. Para evitar crear zonas oscuras, Atienza Maure propuso una planta abierta, sin particiones tradicionales, donde el programa se organiza mediante cajas autónomas: volúmenes de madera a modo de “colchones acústicos y visuales” que agrupan baños, vestidores, salas técnicas o una habitación de invitados. Estas cajas sirven como transición entre la oficina (193 m²) y la vivienda (333 m²), y pueden ser utilizadas indistintamente gracias a escaleras dobles, accesos múltiples y una estructura lógica de circulación que fomenta la flexibilidad.

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Nave en La Pau alberga una sala de reuniones accesible tanto desde la oficina como desde la cocina de la vivienda.

Esa fluidez se potencia con altillos intermedios que funcionan como bisagras espaciales. Uno de ellos, por ejemplo, alberga una sala de reuniones accesible tanto desde la oficina como desde la cocina de la vivienda. Otro, que actúa como habitación de invitados, puede funcionar como estudio independiente, sin necesidad de pasar por el área doméstica. Estos gestos permiten que el proyecto se adapte a necesidades cambiantes, manteniendo siempre una separación clara –pero porosa– entre los usos.

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La separación entre lo laboral y lo doméstico no se marca con muros. Se define por cambios de material, altura y atmósfera. La zona de trabajo es más contenida. Más técnica. Una gran estantería de tramex galvanizado recorre el espacio de forma longitudinal. Funciona como pasarela. Como soporte para instalaciones. Como jardinera. Y también como lugar de almacenaje. Es el único elemento nuevo de la oficina. Todo lo demás se mantiene intacto: un espacio diáfano, con el mobiliario del cliente.

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El mundo doméstico apuesta por una espacialidad abierta y lúdica.

En contraste, el mundo doméstico apuesta por una espacialidad abierta y lúdica. Plataformas de descanso de madera se elevan y conectan entre sí mediante escaleras. Y esto genera pequeñas “cuevas” íntimas y a la vez fluidas, donde dormir, leer o simplemente observar. Bajo las plataformas se esconden almacenajes, y algunas se cierran con cortinas para protegerse del frío o la luz. “Nos interesaba mucho esta división entre mundo tecnológico, ligero y adaptable, y un mundo doméstico primitivo, con materiales naturales que recuerdan a una vida más contemplativa y hedonista”, explican Atienza Maure

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De izquierda a derecha: Atienza Maure (Miguel Ángel Maure, Alonso Atienza), Giulia Amos y Agustín Iglesias

Este juego de contrastes también aparece en el lenguaje constructivo. El sistema metálico galvanizado es visible. Racional. Convive con elementos pesados y telúricos. Bancos. Encimeras. Bañeras. Todos realizados en hormigón blanco encofrado in situ. Los arquitectos apuestan por una estética de sinceridad constructiva. “Frente a proyectos que ocultan lo técnico –como hace cierto minimalismo–, nosotros quisimos explicitarlo. Celebrarlo. Y contraponerlo al confort físico y visual de la materia maciza”.

 

Fotografías de Simone Marcolin