Nona Inescu. Plantas en Venus

Nona Inescu hace objetos. Nona hace cosas mejores que las cosas, esto es así. Sus piezas construyen una cosmología propia bien enhebrada. Un trabajo lógico porque trata el material con una dignidad excepcional y porque no hay aproximaciones ni malas, ni torpes al mensaje, éste llega limpio una vez detrás de otra en sus obras, agua desplazada por un tubo de metacrilato. Interviene los objetos utilizando metonimias, personificaciones y metáforas y tiene un lenguaje construido con mimbres de sensibilidad. Muy parecido en muchos sentidos a lo que le pasa a Haris Epaminonda, esa titana y en particular al despliegue creativo inolvidable que demostró en la Documenta de Kassel (13). En el discurso de Inescu la materia tiene una importancia capital y no hay ni rastro de anécdotas ni follones formales.

Imagen superior: Where touch begins, we are, 2016

El trabajo de ésta artista rumana nacida en 1991 (ojo juventud) se centra en una primera lectura en las cualidades táctiles de los objetos. Los tamaños tienen importancia, la distancia entre ellos, su textura y el peso. Todo es muy del material. Su universo echa a andar desde ahí, desde el diseño de la forma y después lo usa hábilmente como vehículo para desarrollar un trabajo con profundidad.

Nona Inescu. Plantas en VenusForms Follow, 2016

Cuando nos metemos en la chicha conceptual de las piezas, su obra habla de la naturaleza, del ser humano en ella y de como se comportan las cosas en su medio. Plantas que crecen de forma aleatoria entre el mármol, paralelismos entre hojas y el cuerpo o figuras que parecen sombras arrojadas sobre las piedras y no lo son.
La mano como elemento estético está muy presente porque le sirve como metáfora de la escala humana. Nosotros, el universo, fin. Trata de las relaciones entre lo pequeño y lo grande y hay una insistencia pertinaz a representar todo lo que podemos coger y manipular, agarrar, joder, acariciar o sostener. En Hand Geography (2015) por ejemplo hizo guantes y pegatinas con las líneas de la palma de la mano que representan a Venus, Marte y Plutón como en la quiromancía. No se trata de que Inescu sea una mystic, sino de ese interés sobre lo macro y lo micro que lo impregna todo.

Nona Inescu. Plantas en VenusFig. I, 2015

El hueco es uno de los pocos recursos con los que elije jugar. La redondez, la ductilidad, la dureza, los contornos y un poco la idea de gravedad en la medida en que sirve para representar objetos en tensión. Respecto del color, el mundo vegetal domina la paleta de colores de su obra. Hay bastantes tonos azulados, verdosos, nacarados y blancos como la luz en la cubierta de un barco. Una vez más una gama corta de variables, ni rastro de saturados, ni del negro ni de fluor. Lo más que se despacha fuera de estas vainas es el azul croma de Dactiloscopy (2015) y los guantes de fregar amarillos que usa para frotar con pasta de dientes una escultura en Brush, rinse, repeat (2015).

Nona Inescu. Plantas en VenusOur skin surrounds us with its own decisions (print), 2017

Su obra Echo (2017) es uno de esos hits que brotan a veces. La forma de la instalación, la mezcla de los cables, los auriculares y las conchas de los caracoles es un acierto en cuanto a la relación del uso y la finalidad del objeto. Una obra que además cuenta con la colaboración de Chlorys, la artista encargada del apartado sonoro, cuyo trabajo musical es en sí mismo una cueva de las maravillas, dark y compleja que marida de escándalo.

Nona Inescu. Plantas en VenusSkin becomes stone III, 2016

Nona Inescu. Plantas en VenusSkin becomes stone II, 2016

De lo mejor de lo último de Inescu es la exposición en Exile (Berlin) y la pieza Our flesh surrounds us with its own decisions, (2017). En pocas palabras, una cortina de latex perforada con piercings colgando de un soporte metálico. ¿Es el colgajo de Miguel Angel en la Capilla Sixtina? ¿Soy yo o Los Chapman están llevándonos al mismo lugar con los cuerpos colgando de los arboles (que toman de Goya, atención a las relaciones) de Great Deeds Against the Dead (1994)? En cualquier caso el material elegido, la altura a la que lo dispone y las dimensiones hacen de ésta obra una interpretación acertada del cuerpo. Mas aún, del cuerpo moderno, estetizado y autoleisonado nivel intensidad bajísima. Un cuerpo milenial dañado pero bonito, listo para tiempos de instagram, más frágil, más rápido, más blando, más hermoso.

Nona Inescu. Plantas en VenusGommage, 2016